Reinhard Bonnke
Dios nos esta Guiando Constantemente
La verdad más importante respecto a la voluntad de Dios es que Él nos está guiando constantemente.
Excepto, claro está, si decidimos seguir por nuestro propio camino. Esto lo podemos ver a través de todas las Escrituras. El Salmo 23, por ejemplo, da por hecho que Dios nos pastorea: “Junto a aguas de reposo…Me guiará por sendas de justicia por amor a su nombre”.
¿Acaso Dios nos guía solamente cuando se lo pedimos? ¡Claro que no! No fue así para las personas que menciona la Biblia ni tampoco es así para nosotros hoy en día. Yo sé de una ocasión cuando Dios reveló su voluntad mientras las personas estaban “buscando a Dios”.
Esto sucedió en Hechos 13:2, “Ministrando éstos al Señor, y ayunando, dijo el Espíritu Santo: Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado”. Sin embargo, en aquel momento, esas personas tampoco estaban ayunando para que Dios les revelara lo que Saulo y Bernabé debían hacer. ¡Ellos ya sabían eso! Ya Dios los había llamado.
Aquel día, el Señor interrumpió las obras que los discípulos estaban realizando en Antioquía. Luego de haber recibido esa revelación de parte de Dios, los discípulos salieron hacia los lugares que creyeron más convenientes, sin recibir ninguna otra instrucción de parte de Dios.
Si nosotros no estamos caminando por el camino correcto, Dios va a corregir nuestros pasos – a no ser, claro está, que seamos obstinados.
Más adelante, los discípulos recibieron otra revelación, el famoso llamado a Macedonia. En esa ocasión, Pablo y Sila iban en dirección a Asia cuando el Señor los desvió hacia Europa. Pablo definitivamente no estaba ni ayunando ni orando cuando “vio” al hombre de Macedonia que le decía: “Pasa a Macedonia y ayúdanos” (Hechos 16:9). De hecho, Pablo se encontraba profundamente dormido cuando tuvo esa visión.
Aun así, Pablo entendió que Dios los había llamado a predicar el evangelio en Macedonia. La palabra “convencidos” (Hechos 16:10 NVI) indica que Pablo era muy cauteloso con las visiones. Las visiones no son mandamientos sino revelaciones en las que debemos meditar antes de poderlas interpretar.
Las personas dicen que esperan las señales de Dios con “imparcialidad”, pero lo que suele suceder es que toman la primera idea que perciben como si fuera una orden directa del Señor. Ellos dicen: “el Señor me dijo”. ¿Cómo saben esas personas que el que habló era el Señor? Del mismo modo en que las aguas que caen en las lagunas provienen de diferentes fuentes, así mismo, los pensamientos que llegan a nuestras mentes provienen de diversos lugares.
Los impulsos repentinos no garantizan que sean de origen divino. Es muy fácil convertir nuestros deseos en un llamado celestial. 1ra de Juan 4:1, nos pone en sobre aviso en cuanto a las conclusiones precipitadas, “Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo”.
Nosotros no luchamos con Dios – Dios lucha con nosotros
Usualmente surgen problemas con la voluntas de Dios ya que nosotros tenemos nuestros propios “deseos”. Estudiemos al patriarca Jacob. Dios se le apareció a Jacob y luchó con él (Jacob no lucho con Dios), hasta que Jacob le entregó su voluntad. Luego, Jacob se sujetó a Dios y no lo dejó ir hasta que recibió la única cosa que consideraba importante – la bendición de Dios.
La voluntad de Dios es tan importante que Él no puede esperar a que las personas la busquen. Sería un riesgo demasiado grande confiar en que las personas habrán de preguntarle en el momento preciso lo que Él desea hacer. Es por su gracia que podemos caminar por el camino correcto, siempre y cuando nuestros corazones sean rectos. Así es como se vive la vida cristiana – siguiendo los pasos de Jesús.
Algunas personas dicen que oran arduamente hasta que logran escuchar la voz “sutíl y sosegada” de Dios, enfatizando la cantidad de tiempo invertido en oración como señal de autenticidad. ¿Será Dios siempre tan delicado y sosegado? ¿Será Dios como un tirano que dice “Yo sólo voy a decir esto una vez”? El Salmo 29:3 nos dice que el Dios de la gloria “truena”. Permítame ser honesto.
En muchas ocasiones, nosotros sabemos perfectamente la voluntad de Dios, el problema es que no queremos hacerla. Si nosotros no estamos caminando por el camino correcto, Dios va a corregir nuestros pasos – a no ser, claro está, que seamos obstinados.
Las promesas son claras: el Salmo 32:8 dice, “Te haré entender, y te enseñaré el camino en que debes andar; Sobre ti fijaré mis ojos”; el Salmo 25:9 dice, “Encaminará a los humildes por el juicio, Y enseñará a los mansos su carrera”; y el Salmo 48:14 dice, “Porque este Dios es Dios nuestro eternamente y para siempre;
Él nos guiará aun más allá de la muerte”.