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Joel Osteen

Hable una Bendición

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Como padres, podemos afectar profundamente la dirección que toman las vidas de nuestros hijos por medio de las palabras que les hablamos. Yo creo que como matrimonio podemos delinear la dirección para toda nuestra familia.

Como negociante, puede ayudar a determinar la dirección para sus empleados. Con nuestras palabras, tenemos la habilidad de ayudar a moldear y formar el futuro de cualquier persona sobre quien tengamos influencia.

Y cada uno de nosotros tiene influencia sobre alguna otra persona. Usted posiblemente no considere ser un líder, pero sin embargo, sí tiene un círculo de influencia, alguna persona o grupo que le respeta. Aun si usted es un adolescente, alguien valora su opinión.

Es vital que hablemos “cosas buenas” a las vidas sobre las cuales tenemos influencia. Eso no quiere decir que nunca estaremos en desacuerdo con ellos o que nunca tendremos que confrontarles o corregirles, pero el tono general de nuestras palabras a ellos deberá ser positivo.

Una madre bien intencionada constantemente regañaba a su hijo adolescente: “Eres tan flojo; ¡nunca serás algo bueno! Si no te comportas, nunca lograrás entrar en la universidad. Lo más seguro es que terminarás metiéndote en problemas”.

Es vital que hablemos “cosas buenas” a las vidas sobre las cuales tenemos influencia

Esa clase de palabras negativas destruirá más rápidamente a una persona de lo que se imagina. No puede hablar negativamente de alguien en un momento, y después salir y esperar que esa persona sea bendecida. Si usted quiere que sus hijos sean productivos y que tengan éxito, usted necesita declarar palabras de vida sobre ellos en lugar de predicciones de mal y desesperación. La Escritura nos recuerda que con nuestras palabras podemos bendecir o maldecir a las personas.

Las personas en el Antiguo Testamento tenían muy claro el poder que ejercía la bendición. Al acercarse el patriarca de la familia a la senilidad o a la muerte, los hijos mayores se juntaban al lado de su padre, luego él colocaba sus manos sobre la cabeza de cada hijo y hablaba palabras amorosas y llenas de fe sobre ellos y sobre su futuro. Estas frases se conocían como “la bendición”. La familia estaba consciente de que eran más que el último testamento del padre; estas palabras llevaban consigo la autoridad espiritual y tenían la habilidad de traer éxito, prosperidad y salud a su futuro.

En muchas ocasiones, los hijos aun se peleaban por la bendición del padre. No se estaban peleando por el dinero que pudieran heredar, ni tampoco por el negocio familiar. No, ellos se peleaban por esas palabras llenas de fe porque sabían que si recibían la bendición de su padre, las riquezas y el éxito serían las consecuencias naturales de ella. Y más que eso, deseaban profundamente recibir la bendición de una persona a quien amaban y respetaban.

Uno de los relatos bíblicos más sorprendentes sobre el poder de la bendición nos llega a través de las vidas de Jacob y Esaú, los dos hijos de Isaac. Jacob deseaba recibir la bendición de su padre, no cualquier bendición, sino una bendición que le pertenecía legítimamente al hijo primogénito de la familia. Isaac estaba viejo, cercano a la muerte, y prácticamente ciego.

Un día llamó a su hijo, Esaú, y le dijo: “Esaú, ve y mata un animal y prepárame una comida, y te daré la bendición que le pertenece al hijo primogénito”. Pero la madre de Jacob, Raquel, escuchó esta conversación. Raquel amaba a Jacob más que a Esaú, así que le dijo a Jacob que se pusiera la ropa de Esaú con la intención de engañar a Isaac para que le diera a él la bendición. Entonces preparó una de las comidas preferidas de Isaac.

Mientras Esaú andaba de cacería, ella le dijo a Jacob: “Ve a tu padre y preséntale esta comida, y él te dará la bendición que en realidad le pertenece a tu hermano”.

Jacob reconoció la seriedad de este fingimiento y dijo: “Pero Mamá, ¿qué pasa si él se da cuenta que estoy mintiendo, y me maldice en lugar de bendecidme? ¡Seré maldecido por el resto de mi vida!”

Medite eso. Jacob entendía que él estaba arriesgando todo su futuro con este truco, estaba consciente de que las palabras que hablara su padre sobre él le impactarían, ya fuera para bien o mal, por el resto de su vida.

Joel Osteen es el pastor principal de la congregación Lakewood Church en Houston, Texas, la cual es una de las iglesias más grande de EE.UU; según la revista Forbes y Outreach, con 30.000 miembros. Joel Osteen es catalogado como el pastor de programa inspiracional. En el 2004, Joel Osteen escribe su primer libro: Su Mejor Vida Ahora, fue lanzado por Time Warner quedando en los primero lugares de la lista de éxitos de venta del New York Times, y pronto subió al número uno. Se mantuvo en dicha lista de éxitos de ventas durante más de dos años y ha vendido más de cuatro millones de copias

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