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Max Lucado

En los Cálidos y Amorosos Brazos de Dios 3

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«presentes al Señor».

¿No es esta, precisamente, la promesa que Jesús hizo al ladrón en la cruz? Antes, el ladrón había reprendido a Jesús. Ahora se arrepiente y pide misericordia. «Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino» (Le 23.42).

Probablemente el ladrón está orando para que se le recuerde en algún tiempo distante en el futuro cuando el reino venga. No esperaba una respuesta inmediata. Pero la recibe: «De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso» (v. 43). El mensaje primario de este pasaje es la gracia ¡limitada y sorprendente de Dios. El alma del creyente va a donde está el Señor, mientras que el cuerpo aguarda la resurrección.

Cuando Esteban moría, vio «los cielos abiertos y al Hijo del Hombre que está a la diestra de Dios» (Hch 7.56). Y mientras se acercaba la muerte, oraba: «Señor Jesús, recibe mi espíritu» (v. 5 9). Es seguro asumir que Jesús hizo precisamente eso. Aunque el cuerpo de Esteban estaba muerto, su espíritu estaba vivo. Aunque su cuerpo fue sepultado, su espíritu estaba en la presencia del propio Jesús.

Alguien puede no estar de acuerdo con este pensamiento. Y proponga un período intermedio de purgación, un lugar en el cual somos castigados por nuestros pecados. Este «purgatorio» es el lugar donde, por un período indeterminado de tiempo, recibimos lo que merecen nuestros pecados para que podamos recibir justamente lo que Dios ha preparado.

Pero dos cosas me molestan sobre esta enseñanza. Por un lado, ninguno de nosotros puede soportar lo que nuestros pecados merecen. Por el otro, Jesús ya lo hizo. La Biblia enseña que la paga del pecado es muerte, no purgatorio (véase Ro 6.23). La Biblia también enseña que Jesús llegó a ser nuestro purgatorio y llevó nuestro castigo: «Habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas» (Heb 1. 3). No hay purgatorio porque el purgatorio tuvo lugar en el Calvario

Me llamo Ida Glossbrenner, pero mis amigos me dicen Polly

Otros creen que mientras el cuerpo es sepultado, el alma duerme. Y los que creen tal cosa lo hacen sinceramente. En dos diferentes epístolas, Pablo usa siete veces el término dormir para referirse a la muerte (véase 1 Co 1 1.30; 15.6,18,20; 1 Ts 4.13- 1 S). Se podría deducir que el tiempo entre la muerte y el retorno de Cristo se pasa en un estado de adormecimiento. (Y, si tal fuere el caso, ¿quién podría quejarse? Nos gusta dormir, ¿no es cierto?)

Pero hay un problema. La Biblia se refiere a algunos que ya han muerto que hacen cualquiera cosa menos dormir. Sus cuerpos están durmiendo, pero sus almas están bien despiertas. Apocalipsis 6.9-1 1 se refiere a las almas de los mártires que claman por justicia en la tierra. Mateo 17.3 habla de Moisés y Elías, quienes aparecieron en el Monte de la Transfiguración con Jesús.

A Samuel, quien regresó de la tumba, se le describe como usando una túnica y con la apariencia de un dios (1 S 28.13-14). ¿Y qué podría decirse de la nube de testigos que nos rodean (Heb 12. 1)? ¿Podría tratarse de los héroes de la fe y de los seres queridos que se han ido antes que nosotros?

Yo creo que sí. Pienso que la oración de Bob era correcta. Cuando en la tierra hace frío, podemos buscar calor en el conocimiento de que nuestros seres queridos están en los cálidos y amorosos brazos de Dios.

No nos gusta decir adiós a nuestros seres queridos. Trátese de la escuela o el cementerio, la separación es dolorosa. No está mal que lloremos, pero no necesitamos desesperarnos. Ellos sufrieron aquí. Allá no hay dolor. Ellos tuvieron problemas aquí. Allá no hay problemas. Tú y yo podríamos preguntar a Dios por qué se los lleva. Pero ellos no. Ellos lo entienden. Ellos están, en este mismo momento, en paz en la presencia de Dios.

Hace menos de un año me encontraba ministrando en San Antonio cuando uno de nuestros miembros me pidió que hablara en el funeral de su madre. Su nombre era Ida Glossbrenner, pero sus amigos le decían Polly.

Mientras su hijo y yo planeábamos el servicio, me contó una historia fascinante sobre las últimas palabras que su madre había dicho. La señora Glossbrenner había estado como inconsciente en las últimas horas de su vida. En ese tiempo no pronunció palabra alguna. Pero momentos antes de su muerte, abrió los ojos y dijo con una voz clara: «Me llamo Ida Glossbrenner, pero mis amigos me dicen Polly».

¿Alucinaciones? Quizás. 0 a lo mejor algo más que eso. Quizás Ida estaba, bueno, en la puerta de entrada a los cielos,. Su cuerpo acá. Su alma en la presencia de Dios. Y quizás estaba identificándose.

No lo sé. Pero sí sé que cuando hace frío en la tierra, podemos encontrar refugio en el conocimiento de que nuestros seres queridos están en los cálidos y amorosos brazos de Dios. Y cuando Cristo venga, nosotros también lo estaremos.

Max Lucado, nacido en Estados Unidos en 1955, es un escritor cristiano superventas y ministro escritor y predicador en la Iglesia Oak Hills Church of Christ en San Antonio, Texas. Max Lucado ha escrito más de 50 libros, sumando 80 millones de copias impresas. Tres de las obras de Max Lucado han sido galardonadas con el Charles Kip Jordon Gold Medallion Christian Book of the Year (Como Jesús, En manos de la gracia y Cuando Dios susurra tu nombre), apareciendo en las listas de los libros más vendidos. En el año 2005 Max Lucado fue nombrado El Mejor Predicador de América por la revista Reader's Digest

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