Ejerce tu Dominio

Mateo 28 es uno de los lugares de la escritura donde podemos encontrar lo que conocemos como la gran comisión. Jesús utiliza cuatro verbos para decirle a sus discípulos lo que debían hacer: Ir, hacer, bautizar, y enseñar. Estas son cuatro cosas que la iglesia debería hacer.

La clave del cambio no está únicamente en ir a la iglesia. Vamos a la iglesia a recibir palabra, a renovar nuestra conciencia. Pero debes ser persuadido por cada mensaje a ir, debes salir con el deseo de hacer algo, no tan solo para tu vida, sino para todos los que están a tu alrededor. Tiene que haber un deseo de ir, hacer, bautizar y enseñar.

En Génesis 1:26, en adelante, vemos la intención de Dios de hacer al hombre a su imagen y semejanza.

La razón por la cual Dios le da su imagen al hombre es para que el hombre señoree. La razón de crear al hombre no fue tan solo para que le adorara. Dios no está acomplejado como para necesitar crear a alguien que le diga cuán grande es él, para entonces él saber cuán grande es él.

Los que cambiamos en la adoración somos nosotros, no es Dios. Cuando adoramos a Dios, somos nosotros los que entendemos lo grande que es él.

Luego de crear al hombre, Dios lo bendice, dándole cinco capacidades que tú tienes que tener para tú poder dominar: Fructificar, multiplicar, llenar la tierra, sojuzgar, y señorear.

Dios creó al hombre para que tuviera dominio.

La frustración que tú tienes hoy en tu vida es porque hay algo que te está dominando que tú sabes que tienes que dominar. Lo que pasa es que nuestra mente ha sido adulterada, nuestro deseo de dominar ha sido coartado desde la niñez.

Los padres, en lugar de canalizar el deseo de sus hijos de dominar, lo que hacen es coartarlo, eliminarlo por completo.
¿Qué hizo Adán tan pronto despertó? Comenzó a mandar. Le dijo a cada animal cómo se llamaría.

Dios puso su imagen en el hombre, porque de esa manera, cuando la creación veía al hombre, al que veía era a Dios. Dios pone su imagen en el hombre, para que la creación se someta a la imagen de Dios. Cuando Adán llegaba, la creación veía a Dios, y no le quedaba más remedio que someterse.

El mundo trata de dañar la imagen de los creyentes, porque la imagen produce respeto. Si logran dañar la imagen de la iglesia, la imagen de los pastores, logran entonces quitar ese respeto. Pero la imagen de Dios no solo debe provocar respeto, sino que debe provocar en ti dominio.

Luego de crear al hombre, Dios lo bendice, dándole cinco capacidades que tú tienes que tener para tú poder dominar: Fructificar, multiplicar, llenar la tierra, sojuzgar, y señorear.

El que no tiene frutos, no debe tener dominio. Y luego de fructificar, hay que multiplicarse y llenar la tierra, o extenderse, salirse de su lugar geográfico. Entonces se puede sojuzgar, que no es otra cosa que administrar. Y después se señorea. O sea, que para tener dominio, tienes que fructificar, multiplicar, llenar la tierra, y sojuzgar.

Dios bendijo al hombre, poniendo todo lo que estaba alrededor del hombre, debajo de sus pies. Dios empoderó al hombre, y le dio los recursos para ejercer el poder. Pero el hombre entregó su dominio.

Desde que el hombre entrega su dominio, el plan se convirtió en uno de redención. El plan original de Dios no era redención, sino dominio. Cuando el hombre falla, peca, se separa de Dios, se activa el plan de redención.

Pero el plan de redención no era para sacar al hombre de la tierra, y de los problemas de la tierra, sino que era para redimir al hombre para regresarlo al plan original de dominar.

El problema de la iglesia es que sigue en el plan de redención.

Cristo no pudo decir las palabras que dijo a sus discípulos en Mateo 28, sino hasta después de la cruz. Él envió a los discípulos, en su nombre, a las aldeas. Jesús muere, resucita, paga el precio en la cruz del Calvario, redime a la humanidad, y cuando resucita, entonces puede decir que todo está arreglado. Y lo dice en el mismo monte donde el enemigo, 3 años y medio atrás, le ofreció lo que Cristo estaba diciendo a sus discípulos que ganó con un sacrificio.

El enemigo le ofreció reinos, a cambio de adoración.

La adoración lo que debe producir es dominio, porque cuando tú adoras a Dios la imagen de Dios se levanta en ti, y el producto de la imagen de Dios es dominio.

A la iglesia debemos ir a adorar a Dios, y a levantar una imagen diferente en nosotros, que nos dé autoridad, que nos dé dominio.

Lo que hizo Jesús en la cruz fue un sacrificio de adoración, que le entregó toda la potestad, completando el plan de redención. Si todo poder le ha sido dado a Cristo en el cielo y en la tierra, ¿cuánto poder le queda al diablo? Ninguno.
Y el comando ahora es: Vayan ahora ustedes, y tomen autoridad sobre las naciones.

¿Por qué no nos manda a ganar individuos? Porque la redención por los individuos la hizo él. Tenemos la encomienda de decirle al mundo que ya no está bajo el dominio del enemigo.