Honor a Quien Honor Merece

Hace unas semanas tuve el gozo de participar en un desayuno en el que se celebraron 60 años de ministerio en México de nuestro amado hermano Wayne Myers, un hombre de Dios que ha tocado mi vida profundamente, y de quien he recibido una impartición poderosa del Espíritu Santo…

En agosto de 1980, al final de una reunión de la congregación de Amistad Cristiana, en el antiguo Salón Piamonte, en la Ciudad de México, el Hermano Wayne Myers hizo una invitación para que todos los que quisieran recibir el bautismo en el Espíritu Santo pasaran a un salón adyacente donde recibirían esta impartición.

Acababa de predicar un mensaje acerca de la necesidad de cada creyente de ser lleno con la plenitud del Espíritu. Yo tenía tan solo unas semanas de haber entregado mi corazón a Jesucristo y no sabía casi nada de Dios, pero estaba muy hambriento. Sin dudar, fui a que oraran por mí.

Cuando el hermano Wayne impuso las manos sobre mi cabeza, el bendito Espíritu Santo vino sobre mi vida y comencé a hablar en un lenguaje que nunca antes había usado.

Bendito sea Dios, que ha enviado a nuestras naciones a hombres y mujeres con la luz del Evangelio

No sabía que con las lenguas de fuego, también estaba viniendo una pasión que me empujaría a cambiar radicalmente el rumbo de mi vida y tomar la decisión de servir a Dios con todo mi corazón, mis fuerzas y mi tiempo.

El mismo fuego del Espíritu de Dios que había impulsado a Wayne Myers a cruzar la frontera en el año de 1947, que lo había llevado a recorrer nuestro amado México predicando el evangelio y sanando a los enfermos, estaba ahora comenzando a arder en mi.

Hace unos días, mi esposa Carla y yo tuvimos el gozo de participar en una reunión de amigos cerca de la Ciudad de Cuernavaca, organizada por nuestros queridos Juan José y Lucero Aguilar. Fueron días inolvidables en los que tuvimos el privilegio de convivir con nuestros amados hermanos Wayne y Martha, y de reconocer una vez más lo afortunados que somos los mexicanos de que Dios los haya enviado a nuestro país.

Durante esos días nuevamente nos dio ejemplo de la pasión por las almas que arde en su corazón, de una intercesión con verdaderos dolores de parto, mencionando por nombre docenas de Congregaciones y de líderes a todo lo largo y ancho del país, y de un estilo de vida que es gobernado por la filosofía de “Vivir para Dar”, que rompe maldiciones generacionales de espíritus de pobreza y mezquindad.

Esto es parte del legado que Wayne y Martha Myers están dejando en México. Y digo están porque aun corren esta carrera con paciencia, aun pelean la buena batalla, sin pensar ni por equivocación en el retiro. Solo Dios sabe cuantos millones de personas han entrado al Reino de Dios por la obediencia de hombres y mujeres que han dejado la comodidad de su país para predicar el evangelio a toda criatura.

Bendito sea Dios, que ha enviado a nuestras naciones a hombres y mujeres con la luz del Evangelio, que son un verdadero ejemplo de integridad, perseverancia y pureza, que nos han modelado el sacrificio, la entrega, la obediencia y la fe.