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John Piper

No Destruyas la Obra de Dios

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Romanos 14.14-23

Romanos 14 es un llamado a todos los cristianos, especialmente a los ‘fuertes’, a amarnos unos a otros. En el versículo 15: “Pero si por causa de la comida tu hermano es contristado, ya no andas conforme al amor”. En este sentido esto es la continuación de Romanos 12 y 13, que fue también una instrucción práctica de cómo el amor cristiano se ve en este mundo.

El asunto en el capítulo 14, como se dice en el versículo 2, es “uno cree que se ha de comer de todo; otro, que es débil, come legumbres”. En otras palabras, algunos cristianos creen que es erróneo comer ciertas cosas, y otros creen que es correcto. La pregunta es: ¿cómo se aman en esta situación?

Pablo ha contestado varias veces en los versículos 1-13, y la última vez terminamos en la respuesta del versículo 13: “Así que, ya no nos juzguemos más los unos a los otros, sino más bien decidid no poner tropiezo u ocasión de caer al hermano”. No sea roca de tropiezo u obstáculo en el camino de alguien que va al cielo. Esto no augura nada bueno. Serio. Y de hecho lo es. El asunto de cómo relacionarnos por encima de las divisiones en cuanto a comidas no importantes, los días y las bebidas.

Todos Los Alimentos Son Limpios

Lo que Pablo hace en el versículo 14 poner un ejemplo supuesto que ayude a explicar cómo esto puede ser un problema. Dice: “Yo sé, y confío en el Señor Jesús, que nada es inmundo en sí mismo; mas para el que piensa que algo es inmundo, para él lo es”. Así puedes ver lo que está explicando, está respondiendo a la pregunta: ¿Cómo comer y beber puede ser un problema tan importante cuando tú mismo crees que todas las comidas son limpias? Si todas las comidas son limpias, entonces no hay realmente nada en juego cuando se comen o no. ¿Verdad?

¿Cómo comer y beber puede ser un problema tan importante cuando tú mismo crees que todas las comidas son limpias?

¿Cómo Lo Puro Puede Tornarse Impuro?

No. La respuesta de Pablo para esto es acordar que todos los alimentos son puros pero explica cómo pueden convertirse impuros “Yo sé, y confío en el Señor Jesús, que nada es inmundo en sí mismo”. De esta manera está de acuerdo con la idea .Está de acuerdo porque “porque del Señor es la tierra y su plenitud” -eso es lo que dice en 1ra a los Corintios 10:26 para defender la comida de carne sólida en el mercado que pudiera haber sido sacrificada a los ídolos.

Pudo citar a Jesús en Marcos 7:15: “Nada hay fuera del hombre que entre en él, que le pueda contaminar; pero lo que sale de él, eso es lo que contamina al hombre”. Y pudo citar a Marcos cuando comentó a Jesús en la declaración de Marcos 7:19: “Esto decía, haciendo limpios todos los alimentos”. Pues sí, “Todas las cosas son puras para los puros, mas para los corrompidos e incrédulos nada les es puro; pues hasta su mente y su conciencia están corrompidas” (Tito 1:15) –hablando de los alimentos, no de robar o adulterio.

Sí, todos los alimentos son puros en sí mismos. Pablo estaba de acuerdo. Pero no está de acuerdo con que no hay nada en juego en las diferentes maneras en que se come lo limpio. ¿Por qué no? Responde (en v. 14b) “mas para el que piensa que algo es inmundo, para él lo es”. El alimento puro se torna impuro para mí si pienso que es impuro cuando lo como.

¿Qué nos quiere decir con esto? Nos dice en los versículos 22-23. Dice en esencia que el tema no se limita al alimento y la pureza, sino a la fe y el pecado. Versículo 22: “¿Tienes tú fe? Tenla para contigo delante de Dios”. En otros términos, no alardee de la fe que le hace libre para comer todos los alimentos. Disfrute la libertad entre usted y Dios. No necesita mostrarla o presionar a otros a comer lo que usted come.

Entonces continua en el versículo 22b: “Bienaventurado el que no se condena a sí mismo en lo que aprueba”. Este es la meta: no permita que alguien sea presionado a comer lo que en su conciencia condena. Esto es lo que significa poner tropiezo en el camino de alguien: tentarle a hacer lo que en su conciencia condena. La meta es opuesta a esto último: el gozo de nunca haber hecho lo que creo que está mal.

En el versículo 23 nos demuestra que las realidades de la conciencia y la fe cambian la tónica de las cosas menos importantes, como el alimento y la bebida, a un estado muy grave, llamado pecado: “Pero el que duda sobre lo que come, es condenado, porque no lo hace con fe; y todo lo que no proviene de fe, es pecado”.

La Impureza Reside En La Conciencia Y El Motivo, No En El Alimento

Ahora tenemos la idea completa de lo que Pablo expresaba en el versículo 14. Podemos ver lo que el dijo: “Yo sé, y confío en el Señor Jesús, que nada es inmundo en sí mismo; mas para el que piensa que algo es inmundo, para él lo es”. Esto es porque la impureza no reside en la comida, sino en la conciencia y el motivo.

Lo único que puede hacer que comer comida limpia sea malo sería que no estuviéramos actuando en fe -es decir, no actuando en el flujo de la complacencia divina- sin confianza, satisfacción, gozo, y tranquilidad en Dios. Si estuviéramos contentos por estar llenos de Dios, entonces no predominara el deseo de hacer lo que sentimos que está mal. Nos relajaríamos en la suficiencia de Dios y diríamos ‘No haré eso. No creo que esté bien que lo haga. Y no ninguna presión sería suficiente para que lo haga, porque Dios es mi porción’.

Pero si nos sentimos presionados a hacer lo que creemos que está mal, y nos rendimos a la tentación, estamos diciendo en efecto: ‘Necesito la aprobación de alguien’; o ‘Necesito tanto éste placer físico que me arriesgaré manchando mi conciencia y haciendo lo que creo que está mal’. Esta no es la forma de actuar que proviene de la fe y, por consiguiente, no es pura o limpia, es “inmunda”. Es resultado de la incredulidad, es una forma de codicia. Cuando deseamos demasiado a alguna cosa, esto es señal de que nuestra complacencia en Dios está vacilando, Dios no es suficiente para satisfacernos. No descansamos en él. En cambio estamos pidiendo lo que sabemos que está mal.

¿Estás Actuando En Fe?

Esto nos da una luz para el comportamiento cristiano. Nos enseña que lo que importa en el comportamiento cristiano no es solo hacer, o no, ciertas cosas- como comer carne o no comerla. Lo que importa es si actuamos en fe. ¿Qué dice nuestro comportamiento acerca de nuestros corazones? ¿De nuestra fe? ¿Dicen que nuestros corazones están descansando en Dios como nuestra porción, nuestra satisfacción, nuestra suficiencia, nuestro tesoro? ¿O nuestras acciones dejan traslucir una pérdida de confianza y satisfacción? ¿Muestran nuestras acciones que estamos atesorando un comportamiento que desaprobamos más de lo que atesoramos a Dios? Eso es el pecado.

Ahora estamos listos para oír, con toda su fuerza, lo que Pablo piensa que está en riesgo en Romanos 14. En riesgo está la destrucción del hermano más dedil, o quizás, la nuestra, en el proceso. En dos oportunidades nos alerta de ‘no destruir’ a nuestro hermano tentándolo a comer lo que su conciencia condena como alimento. Versículo 15: “Pero si por causa de la comida tu hermano es contristado, ya no andas conforme al amor. No hagas que por la comida tuya se pierda aquel por quien Cristo murió”. Versículo 20: “No destruyas la obra de Dios por causa de la comida. Todas las cosas a la verdad son limpias; pero es malo que el hombre haga tropezar a otros con lo que come”. Estas son palabras fuertes y se refieren naturalmente a la última y eterna destrucción en el infierno.

En otras palabras, si nos conducimos rápidamente con la conciencia de otra persona (o la nuestra) y los animamos a actuar en contra de sus conciencias (como vemos ahora, significa no actuar en fe). Entonces, estamos alimentando una dureza de corazón y falta de fe que puede, si no se verifica con el arrepentimiento, llevar a la ruina y la destrucción. Pablo dice en 1ra a Timoteo 1:19 que Timoteo debe “manteniendo la fe y buena conciencia, desechando la cual naufragaron en cuanto a la fe algunos”. En otras palabras por rechazar una buena conciencia y actuar en contra de lo que usted sabe que está bien. Esto es actuar en incredulidad, usted puede destruirse.

Así que Pablo nos dice: ‘no se hagan esto entre ustedes’. No juzguen, ni desprecien, y no pongan tropiezo a alguien en su viaje al cielo. En cambio, en Hebreos 3:13 dice: “antes exhortaos los unos a los otros cada día, entre tanto que se dice: Hoy; para que ninguno de vosotros se endurezca por el engaño del pecado”. Ámense así, ayúdense a llegar al cielo, ayúdense actuado en fe, no en contra de la fe.

Recuerde Que Cristo Murió Por El Hermano Débil

Para aumentar el incentivo de este amor, Pablo nos recuerda que Cristo murió por el débil. Versículo 15: “Pero si por causa de la comida tu hermano es contristado, [en otras palabras, se ha hecho miserable con su conciencia atormentada porque le has incitado a hacer lo que cree que está mal] ya no andas conforme al amor. No hagas que por la comida tuya se pierda aquel por quien Cristo murió”.

¿Cómo la muerte de Cristo por nuestro hermana y hermana, incrementa nuestro anhelo por amarles y ayudarles a llegar al cielo en lugar de destruirles? Pienso que: Cristo dejó su vida para salvar a nuestro hermano, ¿nos puede usted dejar ir un poco de libertad para unirse a Cristo en salvarle en lugar de destruirle? Cristo sacrificó su sangre para llevarle a Dios. ¿No sacrificaría usted un poco de comida para unirse a Cristo trayéndole a Dios? Cristo se perdió a libertades infinitas e infinitos derechos para morir por su hermano. ¿No perdería usted un poco de libertad con la comida y su pequeño derecho con la bebida, para unirse a Cristo y a Dios, y traer a tu hermano?

En otros términos, estoy sugiriendo que la manera en que Pablo nos está motivando con la muerte de Cristo, afirma al hermano. Por tanto, no necesitamos llevarlo al cielo, ni podríamos destruirlo si quisiéramos. Esta no es la función de Cristo en este argumento. Pienso que Pablo quiere hacernos pensar en esta forma: Llevar al cielo demanda el uso de medios, y Cristo ha muerto para hacer esos medios más efectivos en nuestros hermanos y hermanas.

Los medios incluyen perseverar en la fe (“el que persevere hasta el fin, éste será salvo” Marcos 13:13), y combatir el pecado (“si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis” Romanos 8:13) y ser exhortado por los hermanos para no trascurrir en los modelos del pecado e incredulidad (“exhortaos los unos a los otros cada día, entre tanto que se dice: Hoy; para que ninguno de vosotros se endurezca por el engaño del pecado” Hebreos 3:13).

Cristo murió para adquirir estos medios y hacerlos efectivos, y usted, el hermano fuerte, es el medio en que se centra en este texto. Cristo murió para hacer que su amor sea efectivo para ayudar a que el hermano débil persevere. La cruz no apoya solo la fe del débil, apoya la fe del fuerte. Cristo murió por nuestro hermano. El amor que usted tenga por él es comprado por sangre, el sacrificio de libertad que usted haga a causa de su conciencia es comprado por sangre. Ámele y haga así que obre la efectividad de la cruz, salvándole prueba por su extensión del amor por Cristo, que Cristo murió por él.

Los Elegidos No Pueden Ser Destruidos

La razón por la que lo digo de esta manera es que Romanos 8 hace imposible que un hermano genuino –uno de los elegidos- por quienes Cristo murió, pueda nunca ser destruido. En Romanos 8:32-34 Pablo dice:

El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas? [Significado: Si el murió por nosotros, nos dará todas las cosas –todo lo que pertenezca a la salvación. Ningún elegido por quien Cristo haya muerto será destruido] 33¿Quién acusará a los escogidos de Dios? [Esto es, aquellos por quienes no escatimó su Hijo. Respuesta: ¡ninguno! ¿Por qué no?] Dios es el que justifica. 34¿Quién es el que condenará? [Respuesta: ¡ninguno! ¿Por qué no?] Cristo es el que murió [en otras palabras, esta muerte hace que la condenación de los elegidos sea imposible]….
Así, cuando Pablo dice: “No hagas que […] se pierda aquel por quien Cristo murió”, pienso que quiere decir: ‘Usted lo considera hermano en Cristo, y por eso cree que Cristo murió por el. Por tanto, que no destruya a su hermano –quien (desde su punto de vista) fue comprado por Cristo’.

En cambio pruebe por su amor que es un verdadero hermano y no uno falso, convirtiéndose en uno de los medios para su salvación comprada por la sangre de Cristo. Porque si su vida carece de amor hacia él –poniendo su propia libertad por encima de su vida- probar que quizás ambos –el fuerte y el débil- nunca estuvieron en fe, nunca en Cristo, así que su muerte nunca contó para usted o para el hermano que destruye.

En lugar de esto, quizás se dirá de ambos: “Salieron de nosotros, pero no eran de nosotros; porque si hubiesen sido de nosotros, habrían permanecido con nosotros; pero salieron para que se manifestase que no todos son de nosotros” (1ra de Juan 2.19).

Pero Dios guardará a los suyos, recuerde el versículo 4: “pero estará firme, porque poderoso es el Señor para hacerle estar firme”. Si Dios decreta que el hermano débil resista, resistirá, el hermano fuerte amará como debe, y la muerte de Cristo tendrá su trofeo. Esta puede ser la historia en Bethlehem. Ame a sus hermanos y hermanas más que su amor por la libertad, el alimento, la bebida y los días. Únase al Cristo crucificado ayudando a sus hermanos y hermanas a alcanzar el cielo.

John Piper estudió Literatura y Filosofía en Wheaton College. Después de la Universidad, completó una Licenciatura en Teología en el Seminario Teológico Fuller, en Pasadena California. Fue a través de Daniel Fuller que descubrió los escritos de Jonathan Edwards. John Piper hizo un doctorado en Estudios del Nuevo Testamento, en la Universidad de Munich, Alemania. En 1980, John Piper se convirtió en el Pastor de la Iglesia Bautista de Belén, en Minneapolis, Minnesota dónde ha estado ministrando desde entonces. John Piper ha escrito cuantiosos libros como: La Supremacia de Cristo, Pacto Matrimonial, Los Peligros del Deleite, No Desperdicies Tu Vida, etc.

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