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John Piper

Los Dones Espirituales 2

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El Espíritu utiliza cualquier Virtud para Fortalecer la Fe

Vamos a Romanos 12:3–8, que es una unidad que trata más profundamente los dones espirituales aunque sólo les llame dones:

“Porque en virtud de la gracia que me ha sido dada, digo a cada uno de vosotros que no piense más alto de sí que lo que debe pensar, sino que piense con buen juicio, según la medida de fe que Dios ha distribuido a cada uno. Pues así como en un cuerpo tenemos muchos miembros, pero no todos los miembros tienen la misma función, así nosotros, que somos muchos, somos un cuerpo en Cristo e individualmente miembros los unos de los otros.

Pero teniendo dones que difieren, según la gracia que nos ha sido dada, usémoslos: si el de profecía, úsese en proporción a la fe; si el de servicio, en servir; o el que enseña, en la enseñanza; el que exhorta, en la exhortación; el que da, con liberalidad; el que dirige, con diligencia; el que muestra misericordia, con alegría. (vv. 3, 6–8)

Solamente voy a llamar su atención con respecto a dos cosas. Primero, considero que este texto confirma el punto anterior que nos indica no esforzarnos en etiquetar nuestros dones. Los dones espirituales no se limitan o definen como un grupo de actividades definidas en el Nuevo Testamento.

Nuestra meta es fortalecer la fe y Él es quien de manera fidedigna nos da esperanza infinita, no lo hacemos nosotros.

Más bien, los dones espirituales se refieren a cualquier habilidad que el Espíritu le otorga a cada uno para que exprese su fe de manera que pueda fortalecer a otra persona. Observemos los últimos cuatro dones mencionados en el versículo 8: «exhortar» (o confortar, alentar—es la misma palabra que se usa en 1:12), «dar» (o compartir), «dirigir» (podría significar «presidir») y «mostrar actos de misericordia.» Lo notable de éstos (con la posible excepción de «presidir») es que todos los creyentes tienen el llamado a estos dones: exhortar, dar, ser misericordiosos.

Entonces el “don” consiste en que el Espíritu capacita más a algunas personas que a otras para ejercer esos dones ya sea con más fuerza, más eficacia y mayor frecuencia. Entonces, cualquier virtud en la vida del creyente que le ha sido dada para hacerla con entusiasmo y beneficio para los demás, esa virtud será su don.

Otorgados en Diferente Medida

Lo segundo que me gustaría señalar de este texto es que tanto los dones que poseemos como nuestra fe, nos los da Dios en diferente medida. La razón por la cual Pablo nos enseña esta verdad es para ayudarnos a pensar con mesura sobre nosotros mismos y para que no se nos suban a la cabeza. Las personas dotadas siempre corren el riesgo de la soberbia – este fue un problema serio para los Corintios (y quizás también en Roma).

Por lo tanto Pablo revela una profunda verdad cuya intención es eliminar la jactancia y la soberbia, la cual consiste en poner toda la confianza en sí mismos. En el versículo 6 dice que tenemos dones que difieren de acuerdo a la gracia que se nos ha concedido. En otras palabras, cualquier habilidad que nos distinga de los demás nos ha sido dada por gracia, es decir, la recibimos gratuitamente y no porque la hayamos ganado o merecido. Por lo tanto, no hay de que jactarse.

Pero alguien podría decir, «Bien, no puedo jactarme del don que poseo, pero sí puedo jactarme porque uso ese don con mucha dedicación.» Eso como la persona que dijera, «No puedo jactarme de haber nacido en América, pero si puedo jactarme porque usando mi libertad me hice productivo y rico.» Ambos argumentos son erróneos. Moisés dijo a Israel en Deuteronomio 8:17, “No sea que digas en tu corazón: Mi poder y la fuerza de mi mano me han producido esta riqueza.» (Y por cierto, tendremos que entregar cuentas si con ese don ayudamos a otros o si sólo lo hemos utilizado para llenar nuestra vida de lujos.) Y de forma similar Pablo dice aquí en Romanos 12:3, “Porque en virtud de la gracia que me ha sido dada, digo a cada uno de vosotros que no piense más alto de sí que lo que debe pensar, sino que piense con buen juicio, según la medida de fe que Dios ha distribuido a cada uno.”

Por lo tanto, no se trata sólo del don sino también de la medida de la fe por la cual vamos a ejercer ese don, la cual también nos es otorgada como don de Dios. Y Dios nos ha hecho esta revelación, no para disminuir nuestra hambre y ansia de tener más fe, sino para hacernos humildes y que confiemos en Él para todo. Todo es obra de Dios “Para que nadie se jacte delante de Dios. Para que, tal como está escrito: EL QUE SE GLORIA, QUE SE GLORÍE EN EL SEÑOR.” (1 Corintios 1:29, 31)

Pocas cosas ahogan nuestra soberbia y nos mantienen sobrios y humildes como tomar conciencia de que el Espíritu de Dios es soberano absoluto y nos otorga tanto los bienes como la fe para utilizarlos con quien Él lo desee, al grado que lo desee, para edificación de su cuerpo. La iglesia debería ser la hermandad más feliz y más humilde sobre la tierra.

A cada quien se le otorga un Don

Y ahora, finalmente, veamos 1 Pedro 4:10, 11, este es uno de mis textos favoritos y quisiera hacer cuatro observaciones breves sobre los dones espirituales en base a estos dos versículos. Leámoslos.

“Según cada uno ha recibido un don especial, úselo sirviéndoos los unos a los otros como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios. El que habla, que hable conforme a las palabras de Dios; el que sirve, que lo haga por la fortaleza que Dios da, para que en todo Dios sea glorificado mediante Jesucristo, a quien pertenecen la gloria y el dominio por los siglos de los siglos.”

Primero, observemos que “cada uno ha recibido un don.» Los dones no son para unos cuantos sino para todos y cada creyente tiene habilidades que le han sido dadas por el Espíritu Santo y puede usarlas para fortalecer a otros. Y el descubrimiento de esas habilidades y entregarse a los demás por medio de estos dones nos da la máxima felicidad en la vida. Y si realmente usted desea ser instrumento de Dios para hacer brotar la fe y la felicidad en otra gente, entonces los encontrará. Recordemos que ese es el problema fundamental.

Administradores del Tesoro de la Gracia

Segundo, la imagen que tenemos en el versículo 10 es el de una casa que tiene varios administradores talentosos a quienes el dueño les dio su dinero para que lo administren. La casa es la iglesia, los administradores somos todos, los varios talentos son los diferentes dones, la gracia es el dinero de Dios y la administración es el ejercicio de nuestros dones. La parte más impresionante de esta comparación es la analogía entre el dinero del dueño y la gracia de Dios. La Gracia es la moneda que se usa en la casa de Dios.

Hemos sido llamados para administrar el tesoro de la gracia. Tenemos una junta de administradores en la Conferencia Bautista de Minnesota y a ellos se les ha dado la responsabilidad de recibir y distribuir miles de dólares para la casa llamada Conferencia Bautista de Minnesota. De igual forma todos nosotros deberíamos considerar que así es nuestra responsabilidad en la iglesia. Somos receptores de la gracia y es nuestra responsabilidad distribuir esta gracia entre los demás.

El medio que vamos a utilizar para distribuirla es nuestro don espiritual. Entonces, aquí tenemos otra definición para los dones espirituales; son las habilidades por las cuales recibimos la gracia de Dios y la distribuimos entre los demás. Coincide de una manera hermosa con nuestra definición anterior de que los dones espirituales son habilidades otorgadas por el Espíritu las cuales expresan nuestra fe y tienen como objetivo fortalecer la fe de los demás.

Ambas se complementan porque fe es lo que el dueño de la casa quiere de sus administradores y la gracia es el único dinero que puede comprar la fe. O, para cambiar la imagen, la fe se alimenta de la gracia y se fortalece con la gracia. Dios nos da su gracia en Jesucristo y todas las promesas que son “sí” en Él y nuestra respuesta es la fe; entonces nosotros, en el ejercicio de nuestros dones espirituales, distribuimos esa gracia entre los demás alimentando su fe.

La Gracia que es gratuita y preciosa fortalece nuestro corazón en la fe (Hebreos 13:9) “No os dejéis llevar por doctrinas diversas y extrañas, porque buena cosa es para el corazón el ser fortalecido con la gracia, no con alimentos, de los que no recibieron beneficio los que de ellos se ocupaban.” Por lo tanto, lo que debería suceder en la Iglesia Bautista de Belén, es que todos los administradores de Dios deberían tener un despertar hacia más y más gracia de Dios en Jesucristo, y encontrar más y más formas para distribuirse mutuamente la gracia y darla a los de afuera a través del uso de sus dones espirituales. O bien, ¡que el Espíritu permita que haya transacciones usando la moneda de la gracia en la Iglesia Bautista de Belén!

Los Dones Orientados a la Palabra y los Dones Orientados a las Acciones

La tercera observación de 1 Pedro 4:11 es que la gracia puede ser distribuida a través de los dones que se orientan hacia las palabras o a través de los dones que se orientan hacia la acción: “El que habla, (permítanle que hable) conforme a las palabras de Dios” Si usted tienen un don relacionado con hablar, no se fíe de su propio instinto, más bien pídale a Dios que hable a través de usted. Impartimos la gracia a quien escuche sólo si lo que entregamos es la palabra de Dios.

Puede que no se trate de hacer citas textuales de las escrituras, pero sí de palabras que brotan y son guiadas por Dios, de manera que la atención se dirija hacia Él y no hacia nosotros. Nuestra meta es fortalecer la fe y Él es quien de manera fidedigna nos da esperanza infinita, no lo hacemos nosotros.

Luego dice “el que sirve, que lo haga por la fortaleza que Dios da”, entonces, si su don involucra acciones prácticas de servicio, no trate de llevarlas a cabo confiando en sus propias fuerzas. Si lo hace así, su don dejará de ser un «don espiritual.» El don deberá provenir de la fe y la gracia para que sea «don espiritual.» Cuando hablamos con las palabras de Dios y actuamos a través de la fortaleza que Dios nos da, entonces la gracia será distribuida hacia otras personas a través del don de la palabra o del don de la acción.

Todo para Gloria de Dios

El punto final de este texto y mi punto final de esta mañana, es que el objetivo de todos los dones espirituales es “para que en todo Dios sea glorificado mediante Jesucristo” (v. 11). Esto quiere decir que para que se pueda mostrar su gloria, Dios nos otorga los dones dándonos la fe para ejercitar dichos dones. Él quiere que nosotros y el mundo nos maravillemos en Él y que comprendamos su grandeza.

La maravillosa realidad de Dios lo comprende todo » de Él, por Él y para Él son todas las cosas» (Romanos 11:36). Y no hay nada más maravilloso, nada que nos brinde mayor regocijo, que tenga más significado y nos de mayor satisfacción que encontrar nuestro pequeño nicho en el despliegue eterno de la gloria de Dios. Nuestro don puede parecer pequeño, pero tiene una enorme proporción ya que forma parte de la revelación de la infinita gloria de Dios.

John Piper estudió Literatura y Filosofía en Wheaton College. Después de la Universidad, completó una Licenciatura en Teología en el Seminario Teológico Fuller, en Pasadena California. Fue a través de Daniel Fuller que descubrió los escritos de Jonathan Edwards. John Piper hizo un doctorado en Estudios del Nuevo Testamento, en la Universidad de Munich, Alemania. En 1980, John Piper se convirtió en el Pastor de la Iglesia Bautista de Belén, en Minneapolis, Minnesota dónde ha estado ministrando desde entonces. John Piper ha escrito cuantiosos libros como: La Supremacia de Cristo, Pacto Matrimonial, Los Peligros del Deleite, No Desperdicies Tu Vida, etc.

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