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John Piper

He Visto al Señor 2

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La Manera en que Dios Determinó que Supiéramos
Esta es la forma en que lo presenta otro testigo ocular. El apóstol Pedro, en un sermón predicado unos 8 o 10 años después de la resurrección de Jesús dijo:

A éste Dios le resucitó al tercer día e hizo que se manifestara, no a todo el pueblo, sino a los testigos que fueron escogidos de antemano por Dios, es decir, a nosotros que comimos y bebimos con Él después que resucitó de los muertos. (Hechos 10:40-41)
En otras palabras, el plan intencional de Dios no era que el Cristo resucitado fuera visto por todos, ni siquiera en la época en que ocurrió. Tampoco lo es hoy, ¡por mucho que quisiéramos que fuera así! Su plan intencional es: Él apareció repetidamente y con muchas pruebas (Hechos 1:3) a un grupo limitado de personas que tenían la tarea de ser testigos en lo que decían y escribían para que todo el que escuchara o leyera este testimonio pudiera conocer la certeza que Dios había provisto para el mundo en la resurrección de su Hijo. Así es como Dios determinó que supiéramos.

Es lo que tenemos en Juan 20 – el testimonio de lo que Juan vio con sus ojos con relación a las apariciones de Jesús después de la resurrección. Es lo que tenemos en Mateo 28 – el testimonio de lo que Mateo vio con sus ojos; Lucas 24 – Lucas no fue un testigo ocular pero vivió y viajó con Pablo, quien lo fue, y habló a muchos otros (Lucas 1:2); Marcos 16 – así mismo escuchamos el eco del testimonio de Pedro en Marcos, y de la propia vida de Marcos como joven viviendo en Jerusalén; y así mismo vemos en otros escritos del Nuevo Testamento.

Dios le ha traído aquí para que para que vea estas Escrituras y para que escuche esta historia de la resurrección, acerca de Jesús y de este testimonio

Juan, el Testigo
Este reclamo es visible desde cualquier ángulo que se vea a Juan 20. Vea Juan 19:35. En medio de la crucifixión de Jesús, Juan irrumpe y dice: «Y el que lo ha visto ha dado testimonio, y su testimonio es verdadero; y él sabe que dice la verdad, para que vosotros también creáis.» Esto es lo que Pablo quiso decir: El mundo puede conocer lo que sucedió en esas últimas horas porque hubo testigos, y ellos dieron testimonios y hay formas de probar el testimonio de los testigos.

O vea a Juan 21:24: «Este es el discípulo que da testimonio de estas cosas y el que escribió esto, y sabemos que su testimonio es verdadero.» El propósito de este versículo es mostrar que la historia está siendo contada por un testigo ocular. No es un rumor. Y su testimonio puede ser comparado con otros del Nuevo Testamento.

Por tanto, permitámosle que nos testifique. Y ustedes juzguen por sí mismos (Lucas 12:57) si estas cosas son ciertas.

«Se Han Llevado al Señor» (Versículos 1-2)
Vea Juan 20:1-2.

«Y el primer día de la semana María Magdalena fue temprano al sepulcro, cuando todavía estaba oscuro, y vio que ya la piedra había sido quitada del sepulcro. Entonces corrió y fue a Simón Pedro y al otro discípulo a quien Jesús amaba, y les dijo: Se han llevado al Señor del sepulcro, y no sabemos dónde le han puesto”.

María no creía que había ocurrido una resurrección. Asumió que se habían movido el cuerpo. Esta es otra evidencia de cuán lentamente los discípulos, incluyendo las mujeres, iban a creer que Jesús había resucitado. No eran personas fácilmente manipulables, crédulas.

Pedro y Juan en la Tumba (Versículos 3-11)
Salieron, pues, Pedro y el otro discípulo, e iban hacia el sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corrió más aprisa que Pedro, y llegó primero al sepulcro; El versículo 5 dice: «e inclinándose para mirar adentro, vio las envolturas de lino puestas allí.» En ellas había sido envuelto el cuerpo de Jesús cuando le enterraron. (Juan 19:40)

Luego llega Pedro y entra al sepulcro. Versículos 6-7: «Entonces llegó también Simón Pedro tras él, entró al sepulcro, y vio las envolturas de lino puestas allí, y el sudario que había estado sobre la cabeza de Jesús, no puesto con las envolturas de lino, sino enrollado en un lugar aparte.» ¿Qué quiso Juan enseñarnos acerca de la resurrección con esta descripción? Dos verdades, al menos.

1. Resucitado Corporalmente, No sólo Espiritualmente
Primero, Jesús había resucitado corporalmente de entre los muertos, no sólo espiritualmente. Algunos están dispuestos a hablar acerca de la resurrección como símbolo de la influencia continua de Jesús o de su espíritu viviendo en el mundo o de su alma retornando a Dios. Ese no es el mensaje de Juan. El cuerpo no estaba allí. Había resucitado corporalmente.

De hecho, uno de los hechos históricos más impactantes y difíciles de enfrentar, es que los enemigos de Jesús y del cristianismo en aquellos primeros días y semanas y meses en Jerusalén no pudieron mostrar el cuerpo. Así hubieran terminado con todo el problema. No había un cadáver, porque Jesús había resucitado corporalmente.

2. Como el Cuerpo que Murió, Pero no Exactamente
Segundo, este cuerpo, no era exactamente como el cuerpo que murió, y sin embargo, aun era el cuerpo que murió. Hay continuidad y discontinuidad. Esto es importante porque la resurrección de Jesús en el Nuevo Testamento es vista como las primicias de la cosecha de la resurrección de todos los cristianos. Como lo expresó Pablo: » Cristo, las primicias; luego los que son de Cristo en su venida.» (1 Corintios 15:23)
El propósito al decir que las vestiduras de lino estaban allí, y aun mencionar el sudario que estaba sobre su cabeza, es probablemente para mostrar cómo esta resurrección era diferente a la resurrección de Lázaro. Recuerde el capítulo 11 donde Jesús resucitó a Lázaro después de haber estado muerto por días. Y Juan 11:44 dice: «Y el que había muerto salió, los pies y las manos atados con vendas, y el rostro envuelto en un sudario. Jesús les dijo: Desatadlo, y dejadlo ir.»

Diferente a Lázaro
La gente tuvo que ayudar a Lázaro a deshacerse de las vendas de lino y del sudario. Fue así porque tenía un cuerpo mortal. Él moriría de nuevo. Después de la resurrección, Jesús no tenía un cuerpo mortal. Nunca más moriría. «Sabiendo que Cristo, habiendo resucitado de entre los muertos, no volverá a morir.» (Romanos 6:9) El cuerpo de Jesús es diferente.

Él simplemente atravesó esas vestiduras de la misma forma en que atravesó puertas en Juan 20:19 y 26. «Y estando las puertas cerradas, Jesús vino y se puso en medio de ellos.» (Juan 20:26) Pero en el mismo momento en que entraba en la habitación, de una forma imposible para un cuerpo ordinario, dice al escéptico Tomás: «Acerca aquí tu dedo, y mira mis manos; extiende aquí tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente.» (Juan 20:27) Era un cuerpo físico que podía reconocerse y tocarse. Y Lucas nos dice que él comió pescado después de haber resucitado. (Lucas 24:43)

Por qué Es Importante

Si usted piensa que esto no le interesa, recuerde: aquellos que están en Cristo, es decir, que creen en él, y le pertenecen, y reciben perdón y reconciliación de parte suya, serán resucitados con él. Y Pablo dice en Filipenses 3:21 que Jesús «transformará el cuerpo de nuestro estado de humillación en conformidad al cuerpo de su gloria, por el ejercicio del poder que tiene aun para sujetar todas las cosas a Sí mismo”. Esto no es un OVNI, o una vida irrelevante en otra galaxia. Es lo que sucede cuando Dios juzga al mundo por un Hombre: Jesucristo.

Si usted le pertenece por fe en él, recibirá un cuerpo como el suyo, que será conveniente para verle, disfrutarle y entrar finalmente a los cielos nuevos y la nueva tierra donde estará una eternidad admirando a Dios en todo lo que ha hecho. Y este mundo que tanto amamos, comparado con aquel, será como una vela comparada con el sol.

¿Lo Ve?
Este es el problema: ¿Lo ve? En el versículo 8 dice: «Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro, y vio ycreyó» (Juan 20:8). ¿Qué vio? ¿Qué creyó? Jesús no estaba allí, solo estaban las ropas que había dejado.

Compare esta actitud con la de María en el versículo 18: ella se había encontrado con Jesús en el jardín y había hablado con él. Regresa a los discípulos y dice: «¡He visto al Señor! (Juan 20:18) No tenemos la evidencia directa de María. Somos más parecidos a Juan en el sepulcro, hay evidencia, y veremos mediante ella, o no. El problema es: ¿Lo ve?

El Testigo se ha Convertido en una Ventana
Permítanme terminar con una analogía. El timbre de su puerta suena esta tarde y uno de sus amigos pide hablar con usted. Viene y dice: «tengo noticias realmente muy malas. Tu hermano, Jim, ha muerto.»

Y usted dice, moviendo la cabeza: «No lo creo. Acabo de verlo esta mañana. Él estaba bien. No lo creo. No puede ser.»

Y su amigo dice: «fuimos al juego juntos, y mientras nos íbamos, un carro se salió de control, y saltó la curva, y golpeó a Jim. Yo me arrodillé junto a él. Esperé por el médico. Lo vi. Ha muerto.»

Y usted dice, lentamente, «ya veo.»

¿Qué quiere decir con: «ya veo»? Quiere decir que el testimonio de su amigo se ha convertido en una ventana. Y la realidad en la ventana se ha revelado. Usted no estaba allí. Usted no vio (de la forma en que María vio), pero aun así dice (y es correcto decirlo), con todo su corazón: «ya veo.»

«He Visto al Señor»
Dios le ha traído aquí para que escuche este mensaje y para que vea estas Escrituras y para que escuche esta historia de la resurrección, acerca de Jesús y de este testimonio. Y mi oración por usted, mientras terminamos, es que ahora, o muy pronto, por la gracia de Dios diga: «ya veo.»

Solo hay una diferencia fundamental entre Jesús y mi ilustración: ¡Él está vivo! Es como si otro mensajero derribara la puerta mientras usted aun llora y le dijera: «Jim vive. Yo hablé con él.» Es lo que dijo María: «He visto al Señor.»

John Piper estudió Literatura y Filosofía en Wheaton College. Después de la Universidad, completó una Licenciatura en Teología en el Seminario Teológico Fuller, en Pasadena California. Fue a través de Daniel Fuller que descubrió los escritos de Jonathan Edwards. John Piper hizo un doctorado en Estudios del Nuevo Testamento, en la Universidad de Munich, Alemania. En 1980, John Piper se convirtió en el Pastor de la Iglesia Bautista de Belén, en Minneapolis, Minnesota dónde ha estado ministrando desde entonces. John Piper ha escrito cuantiosos libros como: La Supremacia de Cristo, Pacto Matrimonial, Los Peligros del Deleite, No Desperdicies Tu Vida, etc.

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