Todo lo que Jesús hizo y dijo tenia la intención de anunciar: «Este es mi Padre trabajando. Así es Él.» Todo, desde convertir el agua en vino, hasta la resurrección de los muertos era un sermón ilustrado destinado a revelar al Padre celestial.
«…y que no hago nada por mi propia cuenta, sino que hablo conforme a lo que el Padre me ha enseñado. El que me envió está conmigo; no me ha dejado solo, porque siempre hago lo que le agrada.» (Juan 8:28-29).
En otras palabras: «He hablado libremente a lo largo de esta tierra cuando caminaba por las calles de Jerusalén, Belén y Judea, les he dicho una y otra vez que todo lo que hago es del Padre. Si tan sólo hubieran abierto sus ojos y oídos y aceptado Mi Palabra, yo le habría mostrado al Padre.»
Los líderes religiosos reclamaron: «Abraham era de nuestro padre.» Y cuando Jesús dijo, «Yo y mi Padre somos uno » (Juan 10:30), se indignaron tanto que lo llamaron “un demonio” y tomaron piedras para matarlo.
Jesús les respondió: «Ustedes dicen que soy un blasfemo, pero, ¿apedrearían Ustedes al único a quien el mismo Padre ha elegido enviar a este mundo? yo no busco mi propia gloria, yo honro a mi Padre, yo lo conozco y guardo sus mandamientos porque Él y yo somos uno.»
yo no busco mi propia gloria, yo honro a mi Padre, yo lo conozco y guardo sus mandamientos porque Él y yo somos uno.»
«Si ustedes no toman mi palabra, básteles con ver las obras que estoy haciendo; al menos crean que estas cosas son una expresión del Padre. He venido aquí para decirles y mostrarles que no solamente Abraham es su padre: Ustedes tienen un Padre celestial «(ver Juan 10: 31-38).
Esto era importante para Jesús. Él sabía que su tiempo en la tierra era breve y sabía que si la gente no tenía una revelación del Padre celestial: su amor, su misericordia, su gracia, ellos quedarían con una religión muerta, antepasados muertos, nada vivo para sostenerse; ellos no tendrían ningún sentido de dirección, ninguna esperanza, ninguna visión.