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David Wilkerson

Lo Que Significa Vivir Por Su Fé

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“He aquí que aquel cuya alma no es recta, se enorgullece; mas el justo por su fe vivirá” (Habacuc 2:4, mis cursivas). La frase que he enfatizado aquí, es muy reconocida entre los Cristianos de todo el mundo. Por siglos, “vivir por fe” ha motivado las decisiones diarias de los creyentes en cada generación.

La profecía de Habacuc es la primera mención del concepto de vivir por fe. Después en el Nuevo Testamento el apóstol Pablo invoca la frase tres veces. Y hoy día, Habacuc 2:4 continúa siendo uno de los textos más predicados de toda la Escritura. Ha formado la base de muchas doctrinas de la iglesia. “Vivir por fe” habla de cómo somos justificados y santificados, cómo encontramos paz y gozo, cómo obtenemos victoria sobre el pecado. Estas son todas aplicaciones maravillosas de la poderosa verdad que se encuentra en Habacuc.

Pero yo quiero enfocar el contexto histórico de este pasaje. Cuando Habacuc habló de “vivir por fe” era para ayudar a Israel a saber cómo enfrentar la crisis que venía. Esta era una verdad eterna para ayudar a las personas a navegar la calamidad que estaba por llegarles. Y les fue entregada durante un tiempo muy similar a nuestro tiempo presente.

Habacuc había recibido una terrible carga del Señor acerca de una calamidad destructora que venía sobre Israel. En ese tiempo, las leyes de Dios estaban siendo ignoradas y despreciadas. Los jueces daban a favor de los malvados. Los ricos usaban las leyes de Dios para robarles a los pobres y amasar fortunas a través de prácticas fraudulentas. La codicia se volvió una obsesión pública.

Habacuc estaba profundamente apenado por lo que Dios le mostró. La Escritura llama a esto “La profecía que vio el profeta Habacuc” (1:1). La mundanalidad había ingresado a la iglesia. La moralidad había colapsado en las naciones de alrededor. Cuando Habacuc contempló todo esto, él clamó, “Señor, ¿por qué tanta iniquidad? ¿Por qué el impío triunfa sobre el justo?”

Si yo voy a vivir por mi fe, yo debo de hacer lo que hizo Noé y construir un arca para navegar en la tormenta

“¿Por qué me haces ver iniquidad, y haces que vea molestia? Destrucción y violencia están delante de mí, y pleito y contienda se levantan. Por lo cual la ley es debilitada, y el juicio no sale según la verdad; por cuanto el impío asedia al justo, por eso sale torcida la justicia” (Habacuc 1:3-4).

Habacuc le preguntó al Señor cuánto tiempo iba a permitir que continúen tales perversidades: “Muy limpio eres de ojos para ver el mal, ni puedes ver el agravio; ¿Por qué ves a los menospreciadores, y callas cuando destruye el impío al más justo que él? (1:13). ¿Hasta cuándo, oh Jehová, clamaré, y no oirás; y daré voces a ti a causa de la violencia, y no salvarás?” (1:2).

Justo cuando el profeta quedó abrumado por su carga, Dios le dio una visión increíble
“Mirad entre las naciones, y ved, y asombraos; porque haré una obra en vuestros días, que aun cuando se os contare, no la creeréis” (Habacuc 1:5). El Señor le dijo a Habacuc, “Voy a levantar una vara de corrección para traer juicio sobre la tierra. Y seré yo quien lo haga. Si te dijera cuán veloz y cuán terrible va a ser, no lo creerás.”

Aquí está la palabra que Habacuc recibió acerca de la vara de corrección de Dios: “¡Vienen los Caldeos! Marcharán por lo ancho de la tierra devorando todo a su paso” (ver 1:6).

Esta terrible visión sacudió lo más profundo de Habacuc. Él nos dice, “Oí, y se conmovieron mis entrañas; a la voz temblaron mis labios; pudrición entró en mis huesos, y dentro de mí me estremecí; si bien estaré quieto en el día de la angustia, cuando suba al pueblo el que lo invadirá con sus tropas” (3:16).

Ahora Habacuc reflexionó sobre su llamado como profeta. Él sabía que el remanente devoto de Israel vendría a él para preguntarle, “¿Cómo podemos aguantar estas cosas terribles que vienen? Si nuestra nación y aquellos alrededor nuestro están bajo el castigo de Dios, ¿qué haremos? ¿Cómo viviremos? ¿Y qué espera el Señor de nosotros?”

Yo escucho las mismas preguntas que el pueblo de Dios está preguntando ahora, mientras nuestro mundo está soportando calamidades que van en aumento. Y las conmociones que estamos viendo son ciertamente el trabajo de Dios. Otra vez, él se ha levantado para tratar con la codicia y la perversidad como la de Sodoma. Él también ha levantado su vara contra los codiciosos que roban a las viudas y estafan a los pobres.

¿Cómo respondió Habacuc? Él se escondió a solas con el Señor en oración. Él afirmó su corazón para esperar que Dios le dé una palabra para su pueblo. Aquí está cómo comenzó el profeta su oración: “Sobre mi guarda estaré, y sobre la fortaleza afirmaré el pie, y velaré para ver lo que se me dirá, y qué he de responder tocante a mi reproche (2:1 mis cursivas). Note que Habacuc comienza abriendo su corazón a ser reprochado. Él oró, “Señor, comienza tu trabajo primero examinándome a mí.”

Sabemos que Habacuc ya había cuestionado la lentitud de Dios en contestar sus oraciones: “¿Hasta cuándo, Jehová, gritaré sin que tú escuches? (1:2). Yo me pregunto si Habacuc tenía que tratar con un poco del “síndrome de Jonás” en él. Él sabía que no debería de alegrarse diciendo “se los advertí” cuando Dios comenzara a derrumbar a los orgullosos.

El Señor le dio una palabra a Habacuc. Y esto cambió la oración del profeta que decía anteriormente “¿Por qué no envías juicio?” para luego decir “Señor, cuando juzgues, acuérdate de la misericordia”. “¡Jehová, he oído tu palabra y temí! ¡Jehová, aviva tu obra en medio de los tiempos…en la ira acuérdate de la misericordia!” (3:2).

A Habacuc se le instruyó que escribiese la visión
La palabra increíble que Habacuc recibió no fue sólo dirigida para su tiempo, sino para cada generación, hasta nuestro tiempo presente: “se apresura hacia el fin” (Habacuc 2:3). Dios puso en claro para Habacuc que esta palabra no era para los orgullosos o para aquellos que dependían de la carne y confiaban en las promesas de los hombres.

Ahora mismo, muchos de la casa de Dios están poniendo sus confianzas en los programas de ayuda del gobierno – trillones de dólares que puedan salvar la economía, rescatar el sistema financiero, proveer millones de empleos. Ellos esperan que los líderes inteligentes en nuestra nación puedan resolver nuestros problemas y ponernos en camino hacia la prosperidad. ¡Oh cuán arrogante pensar que el dinero pueda corregir los caminos de los hombres! Cuán orgulloso creer que nuestros billetes pueden resistir los caminos justos de Dios.

“Por fe” es la única manera que el pueblo de Dios podrá afrentar calamidad o aflicción. Fue la única manera en el día de Habacuc, fue la única manera en cada generación del Antiguo Testamento, y ha sido la única manera en los días del Nuevo Testamento. Ahora en nuestra calamidad presente, la misma verdad fundamental permanece: “El justo por su fe vivirá.”

Pero, ¿qué significa esto, vivir por la fe de uno? La palabra de Dios nos muestra que esto significa más que simplemente creer. Vivir por su fe, es ver la mano de Dios y su santidad en todas las calamidades y sacudidas: “Jehová se ha hecho conocer en el juicio que ejecutó” (Salmo 9:16).

“Jehová, tu mano está alzada, pero ellos (los impíos) no ven” (Isaías 26:11). El mundo no ve que Dios está levantando su mano para traer castigo. Pero aquellos que viven por fe, lo reconocen rápidamente, “Lo que estamos viendo es la mano de Dios trabajando. Esto es la santidad siendo establecida. Él está cumpliendo su Palabra.»

Si vamos a vivir por fe, debemos tener un temor reverencial del poder de Dios. Y es imposible no poder ver su asombroso poder obrando en el mundo hoy día. Piense sobre ello: La Escritura nos dice, “Las riquezas del rico son su ciudad fortificada” (Proverbios 18:11). Pero en sólo dos semanas Dios sacudió toda la tierra al descompaginar el anteriormente poderoso sistema financiero de créditos.

¿Quién sino el poder de Dios podría causar que los hombres pierdan confianza en sus fortunas amasadas, al causar que trillones se disuelvan en cuestión de semanas? Su juicio está claramente trabajando. Pero también cuánta misericordia él muestra al exponer el fraude que ha tomado lugar en instituciones financieras. Cuánta justicia él establece al cortar los engaños de las compañías hipotecarias que han estafado a los pobres.

Sabemos que Dios no se deleita en castigar. La Escritura dice que eso no le da placer. Pero su Palabra dice que todo el oro y la plata serán devorados por los topos (ver Isaías 2:20). Sucederá “por la presencia temible de Jehová y por el resplandor de su majestad, cuando él se levante para castigar la tierra” (2:19). Todo esto es para traer el asombroso temor de Dios a todas las naciones.

Estos dos lados de la naturaleza de Dios – juicio justo y amor misericordioso – requieren que vivamos por fe.
El mismo Dios que ejerce su asombroso poder para “sacudir terriblemente todas las cosas” es el mismo Padre amoroso que actúa como nuestro escudo y protector. Considere: por un lado Isaías nos dice, [los pecadores] como Sodoma publican su pecado, no lo disimulan. ¡Ay del alma de ellos! Porque amontonaron mal para sí” (3:9). Pero el próximo verso nos dice, “Decid al justo que le irá bien, porque comerá del fruto de sus manos” (3:10). A pesar de la terrible sacudida, aquellos que viven por fe serán mantenidos salvos y bien.

Ahora mismo, yo creo que la iglesia necesita un curso para refrescar la memoria sobre la majestuosidad y el poder de Dios, así como el que recibió Job. El Señor le dijo a Job en esencia, ¿Qué es todo este hablar oscuro y sin esperanza que escucho de ti? Ponte de pie y escúchame:

“Yo puse los fundamentos del mundo. Yo hice la luz y las tinieblas. Yo creé la lluvia, la nieve y el viento. Yo les di alas a las aves y doy de comer a las bestias del campo. Yo controlo toda la naturaleza. Dime Job, ¿quién puede tronar con una voz como la mía? ¿Quién puede mirar al corazón de cada hombre y ver su condición? ¿Quién puede identificar al arrogante, localizarlo y derribarlo?”

Amados, el mismo Dios que conoce el nombre y dirección de cada persona orgullosa, también conoce su nombre de usted, su dirección y la condición en la que se encuentra. Y él lo guardará en su corazón todos sus días, y a través de cada calamidad. Aceptar esto, es vivir por fe.

Si yo vivo por fe, no temeré por el futuro de la iglesia de Dios durante los tiempos calamitosos. “Sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella” (Mateo 16:18). Este compromiso de Jesús, ha dado valentía a la fe de muchas generaciones. Y tiene el propósito de sustentarnos ahora en nuestra calamidad global presente.

Nosotros también tenemos esta advertencia: “En los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe” (1 Timoteo 4:1). En tiempos peligrosos como los nuestros, se levantarán líderes “que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella” (2 Timoteo 3:5). Bajo la influencia de estos líderes, el amor de muchos creyentes se enfriará o se entibiará. Otros perderán su fe completamente y se apartarán de Cristo.

Pero, de acuerdo a Joel, al mismo tiempo Dios derramará su Espíritu sobre toda carne (ver Joel 2:28-29). El Salmista escribe, “Envías tu Espíritu…y renuevas la faz de la tierra” (Salmo 104:30). El Espíritu de Dios nunca ha sido agotado. Él puede vaciarse tanto como él quiera. Y cuando esto suceda, “Diez hombres…tomarán del manto a un [creyente], diciendo, Iremos con vosotros, porque hemos oído que Dios está con vosotros” (Zacarías 8:23).

¿Está entendiendo el cuadro? En medio de los tiempos calamitosos va a haber una gran cosecha. Los que no son salvos vendrán a los creyentes clamando, “Dios está claramente con ustedes. Díganme, ¿cómo puedo conocer esa paz?

Si yo voy a vivir por mi fe, yo debo de hacer lo que hizo Noé y construir un arca para navegar en la tormenta
“Por la fe Noé…con temor preparó el arca en que su casa se salvase” (Hebreos 11:7). El arca que construyó Noé representa a Jesucristo. No hay otro lugar salvo en la tierra. Cuando Isaías profetizó de un Rey que vendría a reinar en justicia, él estaba claramente describiendo a Cristo: “Y será aquel varón como escondedero contra el viento, y como refugio contra el turbión; como arroyos de aguas en tierra de sequedad, como sombra de gran peñasco en tierra calurosa” (Isaías 32:2).

Por todo el mundo, las personas están desesperadamente buscando un lugar seguro donde esconder su dinero. Multitudes están comprando armas para proteger a sus familias de lo que creen que será una tiempo oscuro donde “cada uno deberá cuidarse como pueda”. Y esto incluye a Cristianos que creen en la Biblia.

Pero no hay ningún lugar a salvo garantizado en la tierra, excepto permanecer en Jesús. Y yo no hago esta declaración como alguna teología vacía que los Cristianos dicen a menudo sin pensar. Por más de dos mil años, aquellos que han confiado en Jesús para estar a salvo, han probado que la Palabra de Dios es fiel. “Fuerte torre es el nombre de Jehová; a ella corre el Justo y se siente seguro” (Proverbios 18:10).

También sabemos que a través de los siglos aquellos que han confiado en Jesús han sufrido mucho. Desde el tiempo de la cruz ellos han sido martirizados, algunos muy dolorosamente. Los creyentes del Nuevo Testamento perdieron sus casas y tierras, y vivían en cuevas. Desde entonces, multitudes han perdido empleos y casas en tiempos de calamidad. Muchos otros han muerto en guerras y desastres naturales.

Amado, ningún verdadero predicador de la Palabra de Dios le prometerá que usted no sufrirá, que usted no perderá su propiedad, que su estilo de vida será protegido. Pero hay una gran nube de testigos en el cielo quienes nos dirían a todos los que amamos a Jesús: “Es verdad que en Cristo estuvimos a salvo – eternamente salvos. Su gracia fue suficiente para cada crisis. Sí, hubo tiempos de dolor, sufrimiento y tiempos duros. Pero ninguna dificultad puede sacarnos fuera de Cristo, el Arca de seguridad.”

Yo lo dejo con esta maravillosa promesa de 1 Pedro 1:3-9:

“Según su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos, para una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros, que sois guardados por el poder de Dios mediante la fe, para alcanzar la salvación que está preparada para ser manifestada en el tiempo postrero.

“En lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas, para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo, a quien amáis sin haberle visto, en quien creyendo, aunque ahora no lo veáis, os alegráis con gozo inefable y glorioso; obteniendo el fin de vuestra fe, que es la salvación de vuestras almas.”

© 2009 World Challenge, Inc., Apartado Postal 260, Lindale, Texas 75771

David Wilkerson (19 de mayo de 1931 – 27 de abril de 2011) fue un reconocido pastor cristiano estadounidense, escritor y autor de cerca de 40 libros acerca del cristianismo, de los cuales destacan especialmente: La Visión (The Vision) y La Cruz y el Puñal (The Cross and the Switchblade) el cual fue un best-seller. David Wilkerson fue fundador y pastor principal de la Iglesia de Times Square Church en Nueva York, y de las organizaciones cristianas Teen Challenge (Desafío Juvenil) y World Challenge, Inc. Además David Wilkerson es autor de los libros: Tenemos Hambre de Cristo, Santificado Sea Tu Nombre, 12 Angeles Salidos del Infierno, etc.

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