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Charles Stanley

La Lección más Difícil de la Vida

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Las lecciones son parte de la vida que nunca acaban. Aunque la educación formal llegue a su fin, nunca dejamos de aprender lecciones vitales. Las verdades que Dios nos enseña afectan el desarrollo de nuestro carácter, las decisiones que tomamos, y nuestro estilo de vida. Su influencia trasciende nuestra vida terrenal, hasta la eternidad.

Una de las lecciones más difíciles en cuanto a la fe que aprenderemos en esta vida, es esperar en el Señor. Quizás usted está enfrentando ahora una decisión crítica y no sabe qué camino tomar. O tal vez ha estado orando por un asunto, pero Dios no le ha respondido. ¿Se trata de una situación difícil o dolorosa que le está consumiendo?

En esos momentos, lo único que queremos es tener dirección o alivio inmediatos, pero Salmo 27.14 dice: «Aguarda a Jehová; esfuérzate, y aliéntese tu corazón; sí, espera a Jehová». Esperar en el Señor significa mantenernos en nuestras circunstancias o condiciones presentes hasta que Él nos dé más instrucciones. Lejos de estimular la pasividad, este versículo llama a la decisión activa de descansar confiados en el Señor y en su tiempo perfecto. No es el cese de las actividades, sino la paz de espíritu que nos acompaña durante todo el día.

Por qué hacernos esperar

La espera es particularmente difícil cuando una situación es estresante, o demanda una decisión. Pero comprender el porqué Dios no ha respondido nuestras oraciones, dado alivio o dirección, puede ayudarnos a confiar en su sabiduría y tiempo perfecto

Después de habernos sometido al Señor y anclado en su Palabra, podemos esperar confiadamente en que su voluntad se hará presente.

A veces, no estamos preparados para dar el siguiente paso. Dios tiene planes para nosotros, pero a veces nos hace detenernos para cambiar nuestros corazones. Quizás hemos estado tolerando un pecado en nuestra vida, o necesitamos ocuparnos de una mala actitud, o de una manera de pensar pecaminosa. El Señor tiene lugares adonde llevarnos, y conoce aquello que debemos dejar atrás.

La demora puede tener el propósito de prepararnos para su llamado. David fue ungido rey siendo joven, pero pasó muchos años en el desierto, huyendo de Saúl. Por medio de todas las dificultades, el Señor depuró su carácter y agudizó sus habilidades para el liderazgo. Cuando llegó el momento apropiado, Dios lo puso en el trono.

Asimismo, Dios puede mantenerle a usted en una situación incómoda, una labor aburrida, o una situación difícil. Pero recuerde esto: Él le está preparando para algo mucho mejor. Coopere con Dios mientras espera, sabiendo que sus planes son buenos.

Es posible que los detalles de la voluntad de Dios no estén todavía donde deberían estar. El Señor es el dueño del tiempo, y Él lleva a cabo su plan con soberanía. No hay oración o ayuno que haga mover su mano antes de que esté dispuesto a actuar. Cuando Moisés vio la opresión de los israelitas, trató de corregir la situación matando a un egipcio abusivo (Éx 2.11-12). Pero el Señor usó esta situación para enviarlo al desierto por cuarenta años hasta que murió el rey de Egipto (vv. 23-25). Después puso en acción su plan de liberación, utilizando a un Moisés de 80 años mucho más humilde.

Tal vez, las demoras del Señor tienen el propósito de aumentar nuestra fe. Si Él nos diera de inmediato todo lo que quisiéramos, nunca aprenderíamos a caminar por fe. Pero cuando lo único que tenemos es una promesa de la Biblia sin una evidencia visible en la cual confiar, entonces nuestra fe es puesta a prueba. ¿Confiaremos en Él o en nuestras circunstancias? Al aferrarnos confiadamente a la Palabra de Dios, sabiendo que Él nunca ha dejado de cumplir sus promesas, veremos la evidencia de su fidelidad todo el tiempo.

Dios quiere enseñarnos perseverancia. Nos guste o no, la capacidad de perseverar en circunstancias difíciles, es un ingrediente esencial de la vida cristiana. Romanos 5.3, 4 (NVI) nos dice que «el sufrimiento produce perseverancia; la perseverancia, entereza de carácter; la entereza de carácter, esperanza». Nuestras tribulaciones tienen el propósito, no de aplastarnos, sino de moldearnos a imagen de Cristo. Cuando soportamos la presión con absoluta confianza en el Señor, con su fortaleza y perspectiva, emergemos pareciéndonos más a nuestro Salvador.

Posiblemente nuestra atención necesita reenfocarse en Cristo. Es fácil llegar a estar tan absorbidos por nuestros asuntos, que nos olvidamos del Señor, pero nada capta tanto nuestra atención como una situación difícil o inquietante. Si Dios no se apresura a darnos una respuesta o a solucionar el problema, entonces, en nuestra desesperación, comenzamos a hacer de Él nuestro enfoque principal. Sin embargo, hay una diferencia entre buscar al Señor, y buscar su intervención. Si nuestra única intención es que Él haga a nuestro favor lo que queremos, habremos errado el blanco. Esperar en el Señor significa estar enfocados en Él, no simplemente en el resultado que deseamos.

Cómo debemos esperar

El provecho de nuestro tiempo de espera dependerá mucho de nuestra actitud y disposición mental. Ponerse nervioso y caminar de un lado a otro no solo es inútil, sino que perturba emocionalmente. El Señor sabe qué es lo que hay que hacer.
Esperar con paciencia, tranquilidad y confianza. Esta clase de actitud es posible solo para quienes se han sometido a la autoridad de Dios. Si creemos y aceptamos que Él quiere lo mejor para nosotros, y que todo lo hace para nuestro bien, entonces podremos descansar en su derecho de elegir el método y el momento adecuados. Si verdaderamente confiamos en Él, no maniobraremos, no manipularemos, y no nos apresuraremos.

Descanse en la Palabra de Dios. La Biblia es nuestra ancla en los tiempos de espera. Una de las cosas más sabias que usted puede hacer es leer las Sagradas Escrituras todos los días, y pedirle al Señor que le dé pasajes que traigan tranquilidad a su vida. Cuando hojeo mis Biblias viejas, encuentro versículos marcados que me ayudaron en los momentos difíciles. No confíe simplemente en la oración cuando tenga dificultades o necesite dirección. Aférrese a una palabra específica de Dios, lo que le dará la perspectiva y la promesa de Él para usted. Entonces podrá decir con confianza: «Señor, esto es lo que me has prometido en tu Palabra. Tú nunca vas en contra de tus promesas, y por eso me aferro a esta verdad mientras espero en ti».

Esperar confiadamente, creyéndole a Dios. Después de habernos sometido al Señor y anclado en su Palabra, podemos esperar confiadamente en que su voluntad se hará presente. Él sabe exactamente qué hacer y cuándo lograrlo. El Señor tiene el poder de reacomodar cualquier detalle para llevar a cabo su plan. Lo único que tenemos que hacer es creerle, y esperar su intervención.

Impedimentos de la espera

Sabiendo que la voluntad del Señor se hace presente en quienes esperan pacientemente en Él, ¿por qué preferimos arreglar las cosas por nosotros mismos?
Porque tenemos un estilo de vida apresurado. Estar quietos y esperar la dirección de Dios parece contraproducente, y por eso nos apresuramos a actuar. Además, sentarse en silencio con el Señor toma demasiado tiempo. Preferimos pedirle orientación en el automóvil de camino al trabajo. Nuestras agendas están llenas, y la perspectiva de pasar un tiempo sin prisas y sin interrupciones para saber qué piensa Cristo, nos parece imposible. Pero es la única manera de escuchar su voz y de saber qué quiere.

Porque tenemos una perspectiva de corto plazo. Los restaurantes de comida rápida y los cajeros automáticos, son prueba de la mentalidad de nuestra sociedad de «tener las cosas ya». Si duda de esto, observe la impaciencia de las personas cuando están en la fila del supermercado o esperando el cambio de luz en un semáforo. Queremos todo rápido, pero no hay una vía rápida hacia la madurez espiritual, y aprender a esperar en el Señor es un elemento crucial para lograrlo. Nuestra exigencia de una gratificación inmediata nos ha cegado a los beneficios de la espera, que nos da una recompensa mayor. Al aprender a confiar en el Señor y descansar en su tiempo perfecto, nos beneficia a lo largo de nuestra existencia, y también en el cielo.

Porque buscamos la orientación de otros. ¿A quién acude usted cuando no sabe qué hacer? Si toma el teléfono y describe su situación a tres o cuatro amigos, es muy probable que reciba consejos diferentes de cada uno de ellos. Aunque el consejo de otras personas puede ser útil, siempre debe pasar por el filtro de la verdad de la Palabra de Dios. Convierta en un hábito buscar primero la dirección del Señor antes de cualquier otra. Al fin y al cabo, solamente Dios conoce los planes específicos que Él tiene para usted.

Porque dudamos de la ayuda de Dios. Cuando se acerca amenazadoramente la fecha tope para tomar una decisión, o cuando situaciones indeseables siguen sin cambiar, podemos comenzar a preguntarnos si el Señor intervendrá realmente. Nuestras circunstancias gritan: «¡Dios se olvidó de mí!» Pero, el hecho de no poder ver lo que está sucediendo, no significa que el Señor no está involucrado. «El Señor recorre con su mirada toda la tierra, y está listo para ayudar a quienes le son fieles»

(2 Cr 16.9 NVI). Cuando sus ojos no puedan ver la evidencia, confíe en lo que usted sabe que es verdad.

Los resultados de la espera

¿Qué recibirán los que deciden esperar en el Señor? Ante todo, Él promete escuchar y responder a quienes esperan pacientemente en Él (Sal 40.1) para darles instrucciones claras a fin de que puedan seguir el camino de Jehová (Sal 25.4, 5). También experimentarán todo lo bueno que Él tiene reservado para ellos, porque han permanecido en su voluntad (Lm 3.25).
Uno de los resultados más sorprendentes será la renovación de las fuerzas (Is 40.31). Normalmente, nos sentimos fuertes cuando estamos al frente de una responsabilidad, haciendo planes y ejecutándolos. Pero los caminos de Dios son muy diferentes a los nuestros. Él promete fortalecer a quien se mantenga quieto y en silencio delante de Él, escuchando activamente su voz. El Señor nos da poder para soportar la espera, y cuando finalmente habla, nos da las fuerzas para hacer lo que nos pide.

No sé lo que usted está esperando, pero sí sé que si cree en lo que Dios le dice en su Palabra, y descansa con paciencia en la decisión y en el tiempo perfecto de Él, experimentará un nuevo espíritu de gozo y confianza. Crea en sus promesas y descanse confiadamente en la seguridad de Isaías 49.23: «No se avergonzarán los que esperan en mí».

Preguntas para más estudio

Para obtener el máximo provecho durante su tiempo de espera, hágase estas preguntas:
¿Dónde está mi enfoque? Lea Lamentaciones 3.19-26. ¿Dónde está el enfoque de Jeremías en los vv. 19 y 20? ¿Qué cambio intencional hace él en su manera de pensar, y cuáles son los resultados (vv. 21-23)? ¿Cómo transforma esta nueva perspectiva su actitud en cuanto a su situación y a los propósitos del Señor para él (vv. 24-26)?
¿Dónde está mi fortaleza? Lea Isaías 40.27-31. Cuando parezca que Dios se ha olvidado de nosotros, ¿cómo puede la descripción de Él en el v. 28 estabilizar nuestra fe? ¿Qué promete dar a quienes esperan en Él? Según Isaías 30.15-21, ¿donde está nuestra fortaleza? ¿Cuál es el resultado de rechazar el camino de Dios? ¿Qué hará el Señor si esperamos en Él?
¿Dónde está mi esperanza? En Salmo 130.5, ¿dónde pone el salmista su esperanza mientras espera? ¿Cómo podemos saber que Dios cumplirá su palabra (Is 55.10, 11)? ¿De qué manera nos dan confianza los dos versículos anteriores (vv. 8, 9) cuando la demora sea larga o el proceso inquietante? ¿Cuáles son los beneficios de creerle a Dios mientras esperamos (Ro 15.13)?

El Dr. Charles F. Stanley, pastor de la Primera Iglesia Bautista de Atlanta y fundador de Ministerios En Contacto. Charles Stanley nació el 25 de septiembre de 1932 en Dry Fork, Virginia. Charles Stanley ha escrito más de cincuenta libros, y forma parte de la lista de autores de éxitos de ventas del diario New York Time. Entre sus éxitos del Dr. Charles Stanley se encuentran: La paz del perdón, Cómo alcanzar su mayor potencial para Dios, En armonía con Dios, Trátelo con oración, Como Escuchar la Voz de Dios, etc. El deseo del Dr. Stanley es proclamar el evangelio al mayor número de personas como sea posible.

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