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Charles Finney

Como Comenzar un Avivamiento

Charles Finney

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¿Que es un avivamiento?

Un avivamiento no es nada más que un nuevo comien zo de obediencia a Dios. Como en el caso de la conversión de los pecadores, el primer paso es un arrepentimiento profundo, que parta el corazón, y nos postre en el polvo delante de Dios, con verdadera humildad, y un abandono del pecado.

Un individuo fue una vez a una fábrica para ver la maquinaria de la misma. (Este individuo era el mismo señor Finney.) Su expresión era solemne, puesto que acababa de estar en un lugar en que había habido un avivamiento. El personal que trabajaba en la fábrica le conocía de vista, y sabía quién era.

Una muchacha que estaba trabajando le vio e hizo un comentario tonto a su compañera, riéndose. El visitante se paró y la miró con un sentimiento de pena. La chica se quedó sorprendida; el hilo en la máquina se rompió y, cuando ella trató de anudarlo, no pudo por lo nerviosa que estaba.

Como en el caso de la conversión de los pecadores, el primer paso es un arrepentimiento profundo, que parta el corazón, y nos postre en el polvo delante de Dios, con verdadera humildad, y un abandono del pecado.

Miró por la ventana para sosegarse y volvió a empezar; una y otra vez trató de recobrar la com postura. Al fin se sentó, vencida por sus proplos sentimien tos. El visitante entonces se le acercó y le habló; ella ma nifestó pronto un profundo sentimiento de pecado.

Este sentimiento se esparció por toda la fábrica como fuego y antes de pocas horas todas las personas empleadas allí se hallaban bajo la convicción de pecado: tanto fue asi que el dueño, aunque no era cristiano, se quedó asombrado, y mandó que pararan las máquinas y se celebrara una reu nión de oración; porque, dijo, es de mucha más importan cia que toda esta gente se convierta que seguir trabajan do.

Y en pocos días, el propietario y casi todos los que trabajaban en el establecimiento (unos 3.000) habían pro fesado haberse convertido. La mirada de este individuo, la expresión solemne de su rostro, sus sentimientos compasivos, reprendieron la ligereza de esta muchacha y la traje ron bajo la convicción de pecado; y probablemente en gran parte todo este gran avivamiento resultó de este pequeño incidente.

En el otoño de 1821, un estudiante de leyes de veintinueve años de edad comenzó a buscar al Señor. Durante el pasado año un avivamiento se había extendido en su ciudad natal de Adams, Nueva York, y él había rehusado participar. Pero después comenzó a orar. Cuarenta años más tarde, recordó de esta manera su conversión: "El Espíritu Santo descendió sobre mí con tal fuerza que parecía que me traspasaba el cuerpo y el alma. La impresión fue como de una ola de electricidad que me traspasó enteramente. Parecía venir sobre mí en olas de amor, pues no lo pudiera expresar de otra manera. Parecía como el aliento mismo de Dios. Puedo recordar expresamente que parecía abanicarme, como inmensas alas. No tengo palabras para expresar el maravilloso amor que fue derramado en mi corazón". Así comenzó el ministerio de Charles Grandison Finney (1792-1875), uno de los más destacados e influyentes evangelistas en la historia de los Estados Unidos. El ministerio de Finney fue el apogeo del Segundo Gran Despertamiento (alrededor de 1792-1835). Vivió en la época de rápida expansión al Oeste, en que hubo un crecimiento de población sin precedentes. Los norteamericanos habían asimilado la doctrina del "Destino Manifiesto", y con ella el optimismo en los logros y el potencial humanos únicos en la historia. Finney era la personificación espiritual de ese ideal. Poco después de su dramática conversión, Finney comenzó a estudiar bajo su pastor presbiteriano, George Gale. Éste lo animó a asistir al Seminario Princeton. Pero como no sentía gran respeto por la teología ni los teólogos, Finney escribió: "Llana y plenamente les dije que no me sometería a la influencia bajo la que ellos habían estado". En sus memorias, Gale lo recuerda de otra manera: "Finney no asistió al seminario porque no pudo ser aceptado". Por cualquiera razón, Finney no procuró hacerse de una educación teológica formal. Como resultado, su presbiterio lo puso bajo tutela de Gale y otro pastor. En 1823, Finney recibió licencia para predicar, y fue ordenado en 1824. Los métodos de Finney eran novedosos. No evangelizó como sus predecesores: Jonathan Edwards, George Whitefield, y Asahel Nettleton. 4 Para tener conversiones, a propósito elevó el timbre emocional de las reuniones. Adoptó y popularizó la práctica metodista de llamar a los conversos a pasar al altar o sentarse en la silla del penitente para significar su decisión de seguir a Cristo. Para agotar a los oyentes y llevarlos a hacer una entrega, alargaba sus reuniones. A veces las reuniones duraban cuatro horas y más. Estas formas de manipulación no escaparon a los críticos. El ministerio de Finney fue único. En un tiempo cuando casi todos los pastores leían sus sermones, Finney predicaba sin notas, y generalmente sin prepararse. Se levantaba a hablar según el Espíritu lo inspiraba. Más adelante, se valió de un sencillo bosquejo para sus prédicas. Finney despreciaba la preparación formal. A veces era criticado por su estilo de predicación tajante y sentenciosa.

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