Y Moisés convocó a todos los ancianos de Israel, y les dijo: Sacad y tomaos corderos por vuestras familias, y sacrificad la pascua. Y tomad un manojo de hisopo, y mojadlo en la sangre que estará en un lebrillo, y untad el dintel y los dos postes con la sangre que estará en el lebrillo; y ninguno de vosotros salga de las puertas de su casa hasta la mañana.
Porque Jehová pasará hiriendo a los egipcios; y cuando vea la sangre en el dintel y en los dos postes, pasará Jehová aquella puerta, y no dejará entrar al heridor en vuestras casas para herir. Guardaréis esto por estatuto para vosotros y para vuestros hijos para siempre” (Éxodo 12:21-24).
Una de las más grandes revelaciones que Dios entregó al pueblo de Israel fue la de la pascua. Sucedió en el momento de mayor incertidumbre de los judíos, mientras vivían bajo la opresión de Faraón; esto llevó al pueblo a clamar a Dios para que hiciera un milagro y los librara de este espíritu controlador.
Dios escuchó su clamor y envió a Moisés con la misión de liberarlos de ese yugo, mas hizo esta advertencia: “Cuando hayas vuelto a Egipto, mira que hagas delante de Faraón todas las maravillas que he puesto en tu mano; pero yo endureceré su corazón, de modo que no dejará ir al pueblo” (Éxodo 4:21).
Por medio de la fe en Jesús hemos sido incorporados dentro de la familia de Dios, Él es nuestro Gran Libertador que doblegó el espíritu del opresor
Con ese corazón paternal que siempre ha caracterizado a nuestro buen Dios, también le dijo a Moisés: “Yo os sacaré de debajo de las tareas pesadas de Egipto, y os libraré de su servidumbre, y os redimiré con brazo extendido, y con juicios grandes; y os tomaré por mi pueblo y seré vuestro Dios; y vosotros sabréis que yo soy Jehová vuestro Dios, que os sacó de debajo de las tareas pesadas de Egipto” (Éxodo 6:6,7).
Dios le hablaba de lo que vendría en los próximos días: redención, juicio, prodigios y protección. La liberación sería posterior a la redención. Moisés preparó al pueblo de Israel para celebrar la pascua, así estarían protegidos del último juicio que sería devastador en la tierra de Egipto.
Cada instrucción dada por Moisés al pueblo, toda esta enseñanza de la pascua debía ser perpetua y era un símbolo de lo que sucedería al enviar Dios a Su Hijo para redimir a la humanidad.
Los elementos importantes en la pascua fueron: El cordero, era un prototipo de Jesús, el Cordero de Dios; el lebrillo, recipiente que representaba nuestra vida de fe por la cual recibimos los beneficios de la sangre. La sangre, debía recogerse en el lebrillo, representaba la Sangre de Jesús que un día Él derramaría por toda la humanidad.
El hisopo, un prototipo de la confesión que hacemos de todo lo que la Sangre de Jesús obra en favor de cada uno. Quien debía aplicar la sangre era el padre de familia; pintaría el dintel y los postes de la casa y ningún miembro de la familia podría salir hasta la mañana siguiente.
Algo en qué pensar
Por medio de la fe en Jesús hemos sido incorporados dentro de la familia de Dios, Él es nuestro Gran Libertador que doblegó el espíritu del opresor, y a través de Su sangre nos dio protección
Oración
Señor Jesús, gracias por pensar en mí y por haber venido a redimirme. Acepto que me has dado liberación total y que me guardarás de caer una vez más en la trampa del adversario.
Declaración
“La mano del Señor me redime y el poder del Señor me libera”.