“No habrá en mi tristeza porque el Señor me ayudara”. Isaías 51:3.
Este es un mes donde en el mundo entero millones de personas estarán vibrando las emociones del fútbol y pretender decir que en un partido donde las graderías estarán divididas; que no habrá tristeza, seria algo ilógico, pues cada bando estará apoyando a su equipo, donde habrá un ganador y un perdedor. Y aunque se haga mucha fuerza desde las tribunas, muchas veces los resultados son adversos.
En algunas ocasiones se hacen a la idea de que en el otro partido se desquitarán cuando el resultado final es adverso, allí puede venir la tristeza y la frustración. Eso no será lo que a usted le pasará en este mundial, pues eso es lo que vivirán los otros.
Años atrás se jugó lo que podríamos llamar «El partido por la vida», el equipo principal estaba integrado por Jesús y él había escogido doce hombres para pararse con en la cancha, y luchar hombro a hombro con ellos para obtener la victoria. Si perdían el partido, significaba muerte para todos. Ellos tenían que jugar a ganar, si querían conservar la vida y la de sus seres queridos.
El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?”. Romanos 8:31,32.
Aunque el partido se había mantenido muy parejo, ya en los últimos minutos antes de terminar el primer tiempo, hubo un autogol; pues uno de los doce se vendió al equipo contrario, siendo el encargado de que lesionaran a la estrella del equipo.
Esto trajo frustración y tristeza en los once restantes, quienes pensaron abandonar el partido y esperar el día de su ejecución. Más ellos fueron sorprendidos al recibir la noticia de que un milagro había ocurrido, que la estrella del equipo había resucitado y estaría de nuevo el frente de ellos en la cancha.
Pero en esta ocasión triunfante y victorioso, lo que sus adversarios pensaron que sería su gran conquista, se transformó en la más poderosa derrota. Esto fue lo que reportaron las noticias de aquel entonces:
“Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo, y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre”. Hebreos 2:14.15.
“Anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz, y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz”. Colosenses 2:14.15. Lo interesante de este triunfo es que los más beneficiados no son los jugadores, sino todo el pueblo en general.
Piense en esta analogía que hizo uno de los grandes lideres de la antigüedad: “¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?”. Romanos 8:31,32.
Si ha sufrido algún revés en la vida, recuerde, ya alguien obtuvo la victoria por usted.