La proclamación de este mes tiene que ver con la gracia infinita de Dios para con cada uno de sus hijos. El profeta Isaías recuerda los hechos poderosos de Dios, y destaca lo que el Señor hizo con la vida de una prostituta conocida como Rahab.
No podríamos decir que era una prostituta buena; así como los dos ladrones que colgaban al lado de Jesús tampoco podemos decir que uno de ellos era bueno y el otro malo.
Ambos estaban en el mismo nivel de culpabilidad. Ambos habían sido juzgados y ambos habían sido hallados culpables y sentenciados a la pena de muerte. Más uno de ellos injuriaba a Jesús, mas el otro imploraba por misericordia.
Y esto hizo que él tuviera gracia ante los ojos de Jesús y el Señor le prometió que en ese mismo día estaría con él en el paraíso (Luc 23:39-43). Rahab era conciente de que Dios le había entregado toda esa tierra al pueblo de Israel, y ella reconoció que el Dios de los judíos es Dios arriba en los cielos y abajo en la tierra. Y pidió misericordia para ella y su familia (Josué 2:11-14).
La gracia de Dios fue revelada a través de Jesús en la cruz del calvario.
En ambos casos las personas imploraron misericordia y ambos hallaron gracia ante los ojos de Dios y fueron salvos, libres, restaurados y revestidos de poder. Pablo escribiendo a los efesios dijo: «Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe.» (Efesios 2:8.9).
La gracia actúa a través de la fe, las personas que alcanzan la gracia, no trabajaron para conseguirla, lo único que Dios tuvo en cuenta de ellos fue su fe. Entendiendo que sin fe es imposible agradar a Dios.
Ahora el profeta dice en Isaías 51:9: “¿No eres tú el que cortó a Rahab, y el que hirió al dragón?”. El dragón es una de las facetas del adversario, y Rahab era uno de los instrumentos poderosos que el enemigo usaba para corromper las personas, por tal motivo ella tenía su voluntad completamente doblegada por el adversario.
Más en ella brilló la luz de la esperanza, cuando vio a los dos espías enviados por Josué y los recibió en su casa; uno de ellos representa la palabra de Dios y el otro al Espíritu Santo.
Recibirlos en su casa equivalía a aceptarlos en su corazón. Los dos espías hicieron pacto de redención con ella, representado en un simple cordón de grana, y ellos le dijeron: Tú atarás este cordón de grana a la ventana por la cual nos descolgaste; y reunirás en tu casa a tu padre y a tu madre, a tus hermanos y a toda la familia de tu padre (Josué 2:19).
Ese cordón es un prototipo de la sangre de Jesús. El apóstol Juan comenta de la manera en que los creyentes vencieron al dragón diciendo:’ Y ellos le han vencido por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio de ellos, y menospreciaron sus vidas hasta la muerte.’ (Apocalipsis 12:11).
La gracia de Dios fue revelada a través de Jesús en la cruz del calvario. Dios le había advertido al adversario que de la descendencia de la mujer nacería uno que le heriría la cabeza, y este le magullaría el talón. (Gen 3:15).
Por medio de la fe en Jesús, somos separados del control del enemigo, pues Jesús pagó el precio que merecían nuestros delitos y pecados. Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición. Porque está escrito: ‘Maldito todo el que es colgado en un madero ‘ (Gálatas 3:13).
Podemos declarar: ‘Por su gracia soy salvo, libre y revestido de poder.