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Adrian Rogers

La Fuente de la Tentacion

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¿De dónde viene la tentación? Viene de una de estas tres fuentes: el mundo, la carne o el diablo. Esta es la impía trinidad de la tentación: el mundo, la carne y el diablo

Su tentación no es única; no crea que usted es el único tentado y que nadie más conoce el mismo tipo de tentación que usted conoce. Básicamente todos somos tentados de la misma manera, ya sea por el mundo, la carne o el diablo.

El enemigo externo: el mundo

«No améis al mundo ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él» (1 Juan 2:15). Primero, pensemos un poco acerca del mundo. Yo llamo al mundo el enemigo externo. El mundo es el enemigo de afuera.

Cuando digo el mundo, no estoy hablando del planeta Tierra. El planeta Tierra no es malo. Dios creó este mundo. Así que cuando la Biblia dice: «No améis al mundo», no está hablando del planeta. Jesús amó la naturaleza. Él dijo: «…Mirad los lirios del campo, cómo crecen. Ellos no trabajan ni hilan; pero os digo que ni aun Salomón, con toda su gloria, fue vestido como uno de ellos» (Mateo 6:28, 29). Cuando Dios creó el mundo natural, dijo «Es bueno».

Cuando la Biblia dice «el mundo», no estamos hablando de la naturaleza, ni de la gente. No debemos amar al mundo, pero debemos amar a las personas. La Biblia dice:

«Porque de tal manera amó Dios al mundo (a la gente), que ha dado a su Hijo unigénito…»(Juan 3:16). Entonces cuando dice: «No améis al mundo», no está hablando del planeta ni de la gente. El mundo al que se refiere es un sistema. La palabra que se traduce como mundo es la palabra griega cosmos, que significa «un sistema, un orden de cosas».

«No améis al mundo [no amen el cosmos] ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él» (1 Juan 2:15). «No os conforméis a este mundo…» (Romanos 12:2). «¡Gente adúltera! ¿No sabéis que la amistad con el mundo es enemistad con Dios?…» (Santiago 4:4). Todos estos versículos usan la palabra mundo en un sentido diferente; no hablan del planeta, ni de la gente, sino de un sistema, un orden de cosas.

El mundo no tiene que ser horroroso. A veces pensamos en algo mundano como un bar o un casino. El mundo puede ser muy hermoso, muy atractivo. Usted puede ser moldeado por algunas cosas muy agradables y altisonantes. Es simplemente un orden de cosas, un sistema de cosas que son contrarias a nuestro Señor y sus caminos.

En 1 Pedro 3:3, Pedro habla de cómo una esposa que es salva puede ganar a su esposo inconverso para Cristo. Le dice cómo comportarse, cómo hablar y cómo ser realmente hermosa. Él dice: «Vuestro adorno no sea el exterior con peinados ostentosos del cabello, adornos de oro, ni vestir ropa lujosa».

La palabra adorno es la misma palabra que se traduce como mundo más de cien veces en la Biblia. Fácilmente podríamos parafrasear a 1 Pedro 3:3 así: «No permita que su mundo sea el mundo del salón de belleza, la joyería o la tienda de modas».

A veces la gente lee ese versículo y piensa: «Una mujer no debe usar joyas, no debe ir al salón de belleza, ni usar maquillaje». Esto no es una orden en contra de verse bien. Usted no va a agradar a su esposo por no cuidar la manera en que usted se ve; arreglarse y cuidarse también es parte de su personalidad y su deseo de verse
presentable.

¿Qué está diciendo Pedro aquí? No dice que está mal arreglarse el cabello. No está diciendo que está mal usar joyas. Seamos razonables, él también dice: «No permitan que su adorno sea el de vestir ropa…» Si está mal arreglarse el cabello, si está mal usar joyas, entonces está mal usar ropa. Él no está diciendo que estas cosas estén mal.

Simplemente está diciendo que esa no debe ser su verdadera belleza; él está diciendo:

«¡No permita que eso sea su mundo!».
Y los hombres dicen: «Sí, ¡dígales!». Si estuviera hablando a los hombres, podría decir: «Cuyo mundo no sea el de los negocios, ni el de los deportes». Estas cosas no son malas en sí, pero pueden meternos en un molde. Ya sea que esté simbolizado por el emblema de nuestro equipo favorito o por el logotipo de una compañía comercial, si no tenemos cuidado, podemos abrazar este sistema de valores que la Biblia llama mundo, el enemigo externo, y puede alejamos de nuestro Señor.

Su tentación no es única; no crea que usted es el único tentado y que nadie más conoce el mismo tipo de tentación que usted conoce

La carne: el enemigo interior

«Ahora bien, las obras de la carne son evidentes. Estas son: fornicación, impureza, desenfreno, idolatría, hechicería, enemistades, pleitos, celos, ira, contiendas, disensiones, partidismos, envidia, borracheras, orgías y cosas semejantes a éstas, de las cuales os advierto, como ya lo hice antes, que los que hacen tales cosas no heredarán el reino de Dios» (Gálatas 5:19-21).

En este pasaje al decir «carne», la Biblia no se refiere a su piel, su cabello, sus nervios. No habla de cuerpos físicos; su cuerpo físico no es malo. En verdad, Romanos 12:1 dice que usted debe presentar su cuerpo al Señor como un sacrificio vivo; 1 Corintios 6:19 dice que su cuerpo es templo del Espíritu Santo. Su cuerpo no es malo, Dios hizo su cuerpo y es para ser presentado a él como un templo.

La Biblia usa la palabra carne refiriéndose a la predisposición que tenemos a pecar, la vieja naturaleza adámica que recibimos de nuestros padres. ¿De dónde la obtuvieron ellos? De sus padres. ¿Y ellos de dónde la obtuvieron? ¡De Adán! Gústele o no, dentro de todos nosotros hay un enemigo llamado carne, la vieja naturaleza de pecado. Usted sabe que está ahí. Está presente en todos nosotros.

Efesios 2:3 dice: «por naturaleza [nosotros] éramos hijos de ira». El rey David escribió:»Los impíos se alienaron desde la matriz; se descarriaron desde el vientre, hablando mentira» (Salmo58:3). ¿Ha meditado usted alguna vez sobre el hecho de que nunca tendrá que enseñarle a un niño pequeño a mentir? Usted tiene que enseñarle a decir la verdad. Tampoco tendrá que enseñarle a ser egoísta, tiene que enseñarle a no serlo. Todos tenemos un enemigo interior, que se llama carne.

El diablo me obligó a hacerlo

A algunos les gusta decir: «El diablo me obligó a hacerlo».Amigo, le tengo noticias. Si el diablo se evaporara, usted seguiría pecando. Usted no puede culparlo a él de todo. Tenemos dentro nuestro suficiente maldad como para pecar: ese viejo deseo que la Biblia llama «la carne».

Un niño escupió a su hermana, le pegó con un palo de escoba y la llamó con un sobrenombre feo. La madre le dijo al terco chico:

-Jorge, ¿por qué hiciste eso? ¡No debiste hacerlo! ¡Eso fue muy malo! El diablo te obligó a hacerlo.
El niño dijo:
-El diablo me obligó a llamarla con un sobrenombre feo y a pegarle con un palo de escoba, pero el escupirla fue idea mía.

Creo que nos sorprendería si supiéramos qué tanto es idea nuestra y qué tanto es pura carne.

El enemigo infernal, el diablo

El diablo es el enemigo infernal, y es el cerebro que está detrás de muchas cosas malas que ocurren en el mundo. Efesios 6:12 dice: «Porque nuestra lucha no es contra sangre ni carne, sino contra principados, contra autoridades, contra los gobernantes de estas tinieblas, contra espíritus de maldad en los lugares celestiales».

Usted tiene un enemigo, Lucifer, el diablo. Él es su enemigo, y él tiene un plan para sabotear su vida. Él quiere arruinar su vida y matar la felicidad, la pureza y la plenitud. Él es real, y se ha organizado contra nosotros. Permítame mostrarle cómo.

El trío impío de la tentación

La Biblia dice: «No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana… (1 Corintios 10:13). Cualquiera que sea la tentación, viene de una de estas tres fuentes:

• El mundo, el enemigo externo
• La carne, el enemigo interno
• El diablo, el enemigo infernal

Estos juntos forman el trío impío de la tentación que constantemente trabaja contra nosotros. Piense en su carne como si fuera una piscina de gasolina. Piense que el mundo es como un cerillo encendido.

Piense que el diablo es como el que enciende el cerillo y lo lanza. Usted acaba de ver cómo es la tentación.

Adrian Rogers nació en West Palm Beach, Florida, y decidió ingresar al ministerio cristiano a la edad de 19 años. Fue ordenado por la Iglesia Bautista de Northwood en West Palm Beach. En 1972 Adrian Rogers llegó a ocupar cargos de relevancia en la Iglesia bautista de Bellevue en Memphis, donde permaneció hasta marzo de 2005. El Pastor Adrian Rogers publicó 18 libros y grabó programas de radio y televisión llamados El amor que vale (en inglés Love Worth finding). Estos programas se han emitido en inglés y español.

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