Contra el enemigo externo, el mundo, la palabra clave es fe. «Porque todo lo que ha nacido de Dios vence al mundo; y ésta es la victoria que ha vencido al mundo: nuestra fe» (1 Juan 5:4).
La fe es lo que vence al mundo. En el versículo 5, Juan sigue diciendo: «¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?». No es sólo fe en el sentido general, es la fe específica en Jesús. Ver que él es el Hijo de Dios, esa es la victoria que derrota al mundo.
¿Cómo funciona? Recuerde cómo es el cristiano mundano. Es alguien con el ego elevado, alguien que está intentando satisfacer el hambre de vida oculta, con un impío sistema de valores. ¿Qué es un cristiano? Un cristiano es alguien que ha visto a Jesús con ojos de fe y comprende lo maravilloso que es él, y que ha encontrado su satisfacción en el Señor Jesucristo.
La Biblia dice en 1 Juan 2:15: «…Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él». Ese es un versículo tremendo. Ahora note que no dice: ustedes no aman al Padre porque aman al mundo. Dice todo lo contrario, ustedes aman al mundo porque el amor del Padre no está en ustedes.
Qué hacer cuando la luz roja se enciende
Usted va conduciendo su automóvil y mira el tablero. Ve que se enciende una luz roja que no había visto antes. Tiene el símbolo de una pequeña lata de aceite. Aunque usted no sepa nada de mecánica automotriz, sí sabe que esa luz es una advertencia.
Significa que el motor de su automóvil ha perdido aceite, por lo tanto está bajo de aceite. Si continúa conduciendo así, podría dañar el motor.
La fe es la que hace a Jesús real en nuestras vidas. Los mundanos nunca han encontrado su satisfacción en Jesús.
Si alguna vez observa que la pequeña luz roja en el tablero de su auto se enciende, permítame decirle qué hacer. Mantenga un martillo debajo del asiento delantero; y cuando esa pequeña luz se encienda, rómpala de un martillazo. Así se apagará y no habrá más problemas. Sí, sólo tome el martillo y rómpala, y problema solucionado.
¿Es este un buen consejo? ¡Claro que no! Esa luz roja en el tablero es sólo una advertencia. ¿Cuál? El motor de su automóvil necesita aceite, y atacar la luz no es la respuesta.
A usted nunca se le ha dicho que luche contra el mundo. Si es mundano sólo hay una razón para serlo, su motor no tiene el aceite espiritual. «…Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él» (1 Juan 2:15). «Porque todo lo que ha nacido de Dios vence al mundo; y ésta es la victoria que ha vencido al mundo: nuestra fe» (1 Juan 5:4).
La fe es la que hace a Jesús real en nuestras vidas. Los mundanos nunca han encontrado su satisfacción en Jesús.
Todos queremos ser satisfechos. La razón por la que la mayoría de la gente no encuentra satisfacción es porque la está buscando en el lugar equivocado. Cuando vemos lo que tenemos en el Señor Jesucristo, y entendemos realmente quién es él, el mundo pierde encanto para nosotros porque ya estamos satisfechos.
Si usted está satisfecho con una suculenta comida, no querrá las migajas del diablo Digamos que usted va a ofrecer una maravillosa cena, un exquisito lomo de res con papas al horno, ensalada y grandes vasos de limonada helada. ¿Y qué tal un pastel de limón como postre? ¡Será estupendo! Y supongamos que después de cenar yo salgo y alguien me ofrece un plato de migas rancias o algo que huele a podrido, diciéndome:
«Tome, aquí tiene algo para comer». Yo diría: «No gracias, ya estoy más que satisfecho». Cuando usted se alimenta de Jesús, no necesita estar en el callejón comiendo de los basureros que le ofrece el diablo.
El apóstol Juan dice: «…Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él» (1 Juan 2:15). ¿Cómo trata usted con el pecado de la mundanalidad? ¡Por medio de la fe!
Necesitamos preguntarnos: «¿Realmente tengo fe?». La Escritura dice: «… ésta es la victoria que ha vencido al mundo: nuestra fe. ¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?» (1 Juan 5:4, 5). «Pon tus ojos en Cristo tan lleno de gracia y amor y lo terrenal sin valor será a la luz del bendito Jesús»8. Un cristiano mundano es alguien que no ha encontrado su satisfacción en Jesucristo.