Lloré, confesé y me arrepentí. El Señor no señaló generalidades, sino que mostró pecados específicos en mi vida. Satanás tiene un ministerio falso que utiliza especialmente en la Iglesia, es el ministerio de hacer sentir culpable. La Biblia nos dice que Satanás es el acusador de los hermanos (vea Apocalipsis 12:10).

Su intención es poner un sentido de culpabilidad en nuestros corazones y mentes, pero nunca nos ayuda a resolverla. Como resultado, todo lo que hacemos es sentirnos mal. Algunos líderes y siervos del Señor están haciendo lo mejor que pueden, pero la culpa los tortura. Cuando van a predicar logran librarse de ella por una hora, pero luego vuelven a cargar el peso sobre sus hombros: ése no es el ministerio del Espíritu Santo.

El ministerio del Espíritu Santo es traer convicción de pecado (vea Juan 16:8). Dios habla directa y específicamente, y su Palabra es muy clara. Él nos indica las cosas incorrectas que hay en nuestros corazones, nuestros pensamientos y nuestros afectos, y demanda que nos arrepintamos. Si escuchamos Su voz, El nos cambiará. Ése es el trabajo del Espíritu Santo (vea2 Corintios 7:10).

Su labor es muy diferente al trabajo de Satanás, quien viene para destruir vidas y empujar ministerios enteros hacia la depresión y la soledad. Hay quien piensa: Espero que nadie descubra cómo vivo mi vida privada. Querido siervo del Señor, cuando el fuego del Espíritu Santo caiga sobre tu vida, dirás como el Apóstol Pablo: "De nada tengo mala conciencia" (l Corintios 4:4).Tu vida será purificada por Jesús.

Aquel tercer día, 20 de mayo, comencé a recuperar gradualmente el gozo del Señor. Pero en vez de aterrizar en el mismo lugar de temor, me había mudado a una nueva dirección. El gozo del Señor estaba en ese sitio.

Había regresado la misma gloria del día anterior. Estuve en la presencia del Dios Todopoderoso durante seis días, llorando y gimiendo. Cuando me sentía normal vestía mi corbata, mi chaqueta y me preparaba para salir a trabajar para el Señor. Pero antes de que pudiera tocar la perilla de la puerta el poder de Dios venía sobre mí y me lanzaba al piso. En ocasiones pasaba horas en el piso antes de poder levantarme.

CAMBIANDO LO BUENO POR LO MEJOR

Dos semanas después me estaba preparando para regresar a mi congregación en La Plata, y antes de salir hacia la Argentina asistí a una reunión de oración de pastores. Estaba presente un pastor amigo, y le dije: "Regreso a la Argentina y quisiera tener tu número de teléfono; te doy el mío". Mientras él escribía mi número de teléfono en su libreta noté que comenzaba a temblar, y le pregunté: "¿Estás recibiendo lo mismo que yo recibí?"

Ése fue el fin de la conversación. Allí mismo, en el estacionamiento de la iglesia, el pastor cayó al suelo bajo el poder de Dios. Había una escuela cristiana en un edificio vecino, y podía ver a los padres que llevaban a sus hijos y miraban a este colega tirado en el piso. Pensé: "No puedo dejar que este hermano me afecte demasiado porque estamos en un estacionamiento. " Pero el poder de Dios vino sobre mí, y me caí al suelo también.

Otros dos pastores salieron de la iglesia y corrieron hacia nosotros pensando que habíamos tenido un accidente. Mientras se nos acercaron dijeron: "El Señor esta aquí, esto es tierra santa", y se quitaron los zapatos.

Ambos cayeron bajo el poder de Dios y comenzaron a alabar al Señor y a profetizar. Permanecimos allí por horas; la unción era tan fuerte que otros tuvieron que llevarnos a nuestros coches y conducirnos a nuestros hogares.

El pastor que estaba anotando mi número de teléfono temblaba tan fuertemente que el anillo de graduación se salió de su dedo. Al recogerlo lo levantó hacia el cielo y dijo: "Señor, ahora sé que no sólo tomas de mi vida las cosas malas, sino que incluso tomas las buenas para darme las mejores". Luego hizo lo mismo con su billetera, sus llaves, y todo lo que tenía. Dijo: "Te doy mi ministerio y mi vida. Nada es mío; te lo entrego todo".

Hoy día este pastor es un amigo personal mío y puedo decir que su vida y su ministerio han cambiado dramáticamente desde ese encuentro en el estacionamiento.

DIOS NO CAMBIARÁ DE OPINIÓN ACERCA DE USTED

Comparto mi testimonio no sólo para contarles algo que está sucediendo al otro lado del mundo, sino porque El Señor me ordenó impartir a otros lo que Él me ha dado.

No tengo plata ni oro, pero en el nombre de Jesucristo, lo que tengo te doy (vea Hechos 3:6). Recibe el fuego de Dios por la fe.

Te comparto una palabra de esperanza: El Señor no cambia de opinión. Él no se acerca a ti hoy para mañana decirte: "Lo siento, eras la persona equivocada". Él te ama y lo que desea darte es para siempre, hasta que Cristo vuelva. Es muy sencillo, si seguimos la pureza y permanecemos cada día en Él, el fuego de Dios es inextinguible.